Dicha declaración está recogida en la Revista Acontecimiento (Revista de pensamiento personalista y comunitario) en el número 61 del cuarto trimestre de 2001.
Vamos a comentar aquellos artículos referentes a la defensa de la vida.
II.-
La vida humana es un don básico y global del que gozamos los seres humanos. Por la vocación de la vida humana a la libertad somos responsables de ella, para lo que contamos con una gran autonomía personal y cultural. Al tratarse de un don y al ser nosotros seres limitados, somos autónomos, pero no sus dueños absolutos. La vida humana es un don y responsabilidad creativa, nunca algo cosificable, manipulable o destruible arbitrariamente.
VIII.-
El optimismo humanista está enraizado en un realismo sobre la compleja naturaleza paradójica del ser humano. Asume, pues, la paradójica condición moral humana, que ni es total y definitivamente corrupta y egoísta ni es del todo buena por naturaleza hasta el punto de que sólo unas estructuras externas la perviertan. La persona humana es, fundamentalmente, buena, pero alberga una intrínseca inclinación al mal frente a la que se juega su libertad.
X.-
La plenitud personal igualmente exige en unidad la máxima valoración simultánea tanto del cuerpo y lo material como del espíritu y lo trascendental. Una dualidad sin dualismos, en una unidad sin uniformismos. Hemos padecido demasiado la parcialidad de materialismos y espiritualismos. La persona humana puede recrear armoniosamente la unidad de su cuerpo animal y su espíritu libre.
XI.-
La sexualidad humana es una de las dimensiones psicosomáticas más hermosas de la persona. Debe educarse ampliamente, con su completo significado inscrito en el amor, la complementariedad de sexos y la autodonación de sí. Desfiguran la sexualidad tanto el puritanismo, que la traumatiza y hace de ella un tabú, como la promiscuidad, que la trivializa y reduce a mera animalidad e instinto.... La educación sexual ha de iluminar también el sentido de la procreación humana, que es mucho más que reproducción física.
XIV.......Necesitamos ideales, no ídolos....El ideal es confianza en un gran bien aún no alcanzado y es idea racional para poner medios adecuados. En cambio, el ídolo es la engañosa absolutización de algo relativo....En la base de todas las idolatrías y de casi todos los males se halla la escasa búsqueda de la verdad. Los relativistas se excusan de buscar más allá del curioseo, esgrimiendo que al final casi todo da igual. Prefieren que la burocracia, la publicidad masiva y la ciencia instrumental les den todo pensado. Los unilaterales o doctrinarios piensan dominar ya en exclusiva toda la verdad relevante. Son ilusorios y cobardes los sentimientos de seguridad de ambos fanatismos. La única seguridad relativa es la de estar por buen camino mientras se está en camino, buscando porque se ha encontrado y sin dejar de anhelar encontrar más para encontrarse uno a sí mismo y compartir verdad y sabiduría vitales.
XVIII.-
Aun valorando algunos rasgos democráticos subsistentes, la mayor parte de las sedicentes democracias no lo son. Si ya los atenazadores condicionamientos de las oligarquías económico-mediáticas, la mínima división real de poderes y el ingente abstencionismo popular hacen tambalearse muchas identidades democráticas, no hay que ser demasiado exigente para descartar de la democracia todos los regímenes que sustentan la matanza de embriones o fetos humanos, la pena de muerte o cualquier otro atentado contra las personas. No hay poder del pueblo si se mata al pueblo. no hay democracia sin biocracia.
XX.-
Toda democracia, todo humanismo, toda persona tiene como deber principal e insoslayable luchar pacíficamente contra las injusticias propias y ajenas. Son prioritarias las luchas contra las que concentran más número de víctimas mortales humanas, mayor indefensión y sufrimiento de las mismas y mayor desconsideración social o de los poderes. reunidos estos criterios humanitarios, la máxima injusticia mundial resulta ser el abortismo. El abortismo es la promoción masiva del asesinato de seres humanos en el seno materno apoyada en una trasnochada ideología neomalthusiana y eugenésica y en los pingües negocios de la industria abortera. Desde un falso feminismo se esgrime un derecho de la mujer, que en realidad es otra víctima del aborto. Organismos internacionales, las principales potencias capitalistas o comunistas, así como multinacionales y potentados lo fomentan o aceptan. Sin desaliento frente a tales gigantes con pies de barro, toda democracia, todo humanismo toda persona deben apoyar prioritariamente la maternidad y la paternidad responsables......Cuando el hijo o hija ya ha sido concebido y crece como ser humano, es inhumano invocar la libertad para matarlo. Matar a un ser humano nunca se justifica, máxime a un inocente lleno de vida. Por esto, las madres y familias en dificultad deben recibir un apoyo esmerado por parte de la sociedad.
XXI.-
Además del brutal aborto quirúrjico, se propagan píldoras y dispositivos abortivos camuflados de contraceptivos y la destrucción de embriones humanos en la reproducción asistida y en la donación humana. Con alarde de maquiavelismo biomédico se presentan a la sociedad sólo las supuestas ventajas de tales técnicas, silenciando su cara mortífera y su descontrol. Tal es el caso también del suicidio asistido, oculto bajo el eufemismo de buena muerte o eutanasia. Por más restricciones que se quieran establecer, su aceptación teórica y legal desencadena la tácita aceptación de cualquier suicidio que en cualquier estado subjetivo se solicite o subrepticiamente se imponga. Frente a tamaña falta de humanidad hemos de instaurar un altruismo biomédico por el que se asuma el esfuerzo y el sacrificio necesarios para salvar y arropar toda vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural. Y, cuando menos, se ha de respetar la objeción de conciencia del personal biosanitario. Salvemos vidas y salvemos conciencias.
XXII.-
Más que ningún otro tipo de injusticia social las del campo bioético han sido teñidas de un sofisticado entramado de manipulación verbal y mediática que ha hecho pasar por progesistas auténticas carnicerías humanas. La historia las juzgará retrógradas. Los organismos internacionales, los estados, las multinacionales y los grupos sociales que hoy fomentan el abortismo y crímenes similares habrán de pedir perdón, como hoy se pide perdón por el esclavismo racista. De hecho, los argumentos de los negreros y de los abortistas son análogos. Carente de argumentos científicos y éticos, la propaganda abortista y eugenésica se limita a enfocar la libertad d elección sin mencionar a las víctimas y los efectos secundarios, y a falsificar la imagen de los movimientos pro-vida. Elude el debate de fondo ante la opinión pública, a la que bombardea desde sus medios hegemónicos de comunicación hasta en los programas de apariencia banal con planteamientos descaradamente unilaterales. Incluso en congresos mundiales de bioética, que se presentan como plurales, se omite la cuestión del aborto. Los poderosos abortistas consideran consolidadas su causa y prefieren evitar el debate. No obstante, insisten en que se globalice la declaración del aborto como un derecho humano para imponer sin discusión el aborto en todo el mundo.