Crítica de la democracia moderna. Artículo publicado en la revista Razón española (Noviembre-Diciembre 2008)
Los marxistas fueron los primeros en formular severas y agudas críticas contra la democracia representativa o democracia burguesa. La libertad y la igualdad formales de las elecciones democráticas burguesas ocultan y disimulan la esclavitud y la opresión materiales del capitalismo. Así entonces la república democrática es el caparazón político óptimo para el capitalismo, porque la relación entre la administración burocrática y el sufragio universal es la contrapartida política óptima de la relación entre la explotación capitalista y el intercambio de mercancías.
Según Marx, las elecciones democráticas deciden cada tres o seis años qué miembro de la clase dominante va a representar al pueblo en el Parlamento. Para Lenin, la democracia burguesa es siempre una democracia para la minoría, sólo para las clases poseedoras, sólo para los ricos.
Marx y Engels denominan cretinismo parlamentario a la ilusión de que en las situaciones revolucionarias las decisiones de los funcionarios electos son automáticamente ejecutadas.
La democracia es la forma estatal más adecuada para el dominio de la clase capitalista.Dice Lenin: " La república democrática es la mejor envoltura política de que puede revestirse el capitalismo; y, por lo tanto, al dominar esta envoltura cimenta su poder de un modo tan seguro, tan firme, que no lo conmueve ningún cambio de personas, ni de instituciones, ni de partidos, dentro de la república democrática burguesa".
El parlamento elegido por sufragio universal es un invento de la sociedad capitalista. Sin embargo, el carácter de clase del Estado burgués exige que el poder efectivo y real no resida incondicionalmente en órganos electos sino que el ejército, la policía y
la burocracia, son cuerpos constituidos de modo no democrático y protegidos adecuadamente para que el control parlamentario sobre ellos nunca pueda ser total; por lo demás, aun suponiendo que las elecciones sean formalmente libres, nunca podrán serlo realmente de un modo completo en una sociedad en la que para todo impera un poder tan multiforme y escurridizo como el del dinero.
Las teorías de la democracia elitista critican la teoría clásica de la democracia. Resulta ser algo ficticia la representación de que el pueblo tenga la soberanía, el poder político. En el fondo, en la democracia quienes gobiernan son las élites políticas, que son las que compiten por el voto del pueblo en una lucha competitiva electoral. Según Max Weber, con el sufragio universal y la formación de partidos políticos de masas, la democracia se convierte en el Estado de partidos. Por eso, el parlamento pierde paulatinamente influencia como centro de debate y deliberación política. Los partidos políticos dirigen a los diputados eliminando el mandato representativo y sustituyéndolo por el mandato imperativo merced a la disciplina de voto del partido. Los partidos políticos son el centro de la vida política. El partido político organiza la representación. Las cuestiones políticas no interesan a las masas, quienes eligen entre diversas élites políticas que se enfrentan entre sí por el liderazgo político. Los partidos políticos se convierten en medios para competir y ganar las elecciones. Los partidos refuerzan el fenómeno del liderazgo político. Las masas son apáticas políticamente y emocionalmente manejables. Los electores son incapaces de discriminar entre políticas distintas. Sólo saben discriminar y elegir entre líderes políticos. La democracia funciona como el mercado. Es un mecanismo institucional que sirve para eliminar a los más débiles y para establecer a los más competentes en la lucha competitiva por los votos y por el poder. Así pues, para Max Weber la democracia representativa es una democracia de liderazgo plebiscitario.
Schumpeter explica el funcionamiento de la democracia desde la perspectiva de la economía política y entiende por lo tanto la democracia como democracia de mercado. Los votantes son consumidores políticos que representan la demanda del mercado político y los políticos y las élites políticas representan la oferta. La democracia es el gobierno de las élites políticas. Esto es lo que afirma en «Capitalismo, socialismo y democracia». La democracia no es entonces el gobierno del pueblo. Ni hay voluntad del pueblo, ni poder del pueblo ni voluntad, general. Por ello, «la democracia no significa ni puede significar que el pueblo gobierna efectivamente, en ninguno de los sentidos evidentes de las expresiones "pueblo" y "gobernar". La democracia significa tan sólo que el pueblo tiene la oportunidad de aceptar o rechazar los hombres que han de gobernarle. Pero como el pueblo puede decidir esto también por medios no democráticos en absoluto, hemos tenido que estrechar nuestra definición añadiendo otro criterio identificador del método democrático, a saber: la libre competencia entre los pretendientes al caudillaje por el voto del electorado. Ahora puede expresarse un aspecto de este criterio diciendo que la democracia es el gobierno de los políticos". El poder popular se reduce a ser un poder electoral. La titularidad del poder político le pertenece al demos, mientras que el ejercicio del poder es confiado a los representantes elegidos por el pueblo.
Como decía Napoleón, el poder viene de arriba y la confianza viene de abajo.
Los partidos políticos son vendedores de mercancías políticas y los electores son los compradores de esas mercancías políticas. Las élites políticas deciden las cuestiones políticas en nombre del pueblo y para el pueblo. Los electores son apáticos y no tienen un conocimiento político preciso ni riguroso. El pueblo es sensible a la propaganda. Los electores son propensos a impulsos emocionales intensos incapaces intelectuales de hacer nada decisivo por su cuenta y sensibles a las fuerzas externas. La voluntad del pueblo, la voluntad general son ficciones.
La vida política democrática es la lucha competitiva entre los partidos por los votos de los electores. El comportamiento de los políticos es análogo a las actividades de los capitalistas que compiten por captar a los clientes. Las técnicas de publicidad electoral son idénticas a las técnicas de publicidad comercial.
El partido político es una máquina electoral que busca la conquista del poder político. Las técnicas de propaganda son para persuadir al electorado de las bondades del político. Las ideologías de los partidos políticos no importan ya. Lo que importa es la capacidad de los partidos para promocionar y sostener un liderazgo político
La democracia es entendida por Schumpeter como un método político para generar decisiones políticas mediante el sufragio universal por medio del cual los electores eligen periódicamente entre diversos equipos de líderes políticos que le son ofertados en el mercado político. «La democracia es un método político, es decir, un cierto tipo de concierto institucional para llegar a las decisiones políticas -legislativas y administrativas-, y por ello no puede constituir un fin en sí misma, independientemente de las decisiones a que dé lugar en condiciones históricas dadas. Por ello, la posición de Schumpeter no es precisamente una posición política fundamentalista democrática, así, "siendo la democracia un método político, no puede ser un fin en sí misma, ni más ni menos que cualquier otro método". Las decisiones no democráticas pueden resultar en algún caso más aceptables para las personas en general que las decisiones democráticas. También Julien Freund dirá más tarde que también se puede hacer buena política en una dictadura.
Por su parte ,Carl Schmitt, distingue entre parlamentarismo y democracia, Según él, el parlamentarismo es el régimen político en el que el Parlamento es la institución central en la que se gobierna mediante una deliberación racional libre y pública sobre el bien común, Ya decía Donoso Cortés que la burguesía era una clase esencialmente discutidora. El gobierno parlamentario es un gobierno de discusión de opiniones en libre competencia. No se rige el parlamentarismo por la verdad, sino por la discusión racional permanente que no ha de tener fin. Todo puede ser discutido o ser puesto en discusión en el parlamentarismo. Esto ha producido una seria erosión en el Estado debido al gran poder de las facciones políticas o partidos. Pues bien, según Carl Schmitt, el parlamentarismo ha devenido algo obsoleto y caduco. En el siglo XX los parlamentos ya no funcionan según la teoría del liberalismo clásico del siglo XIX como canales institucionales de la discusión racional, libre y abierta que debía caracterizar al régimen parlamentario. En lugar de esto, merced a la extensión del sufragio y a la aparición de los partidos políticos de masas, tiene lugar la suplantación del Parlamento por los partidos y por sus dirigentes. Los arreglos secretos a puerta cerrada entre los comités directivos de los partidos y fuera del Parlamento, lo convierten de cámara de discusión en cámara de manifestación de acuerdos adoptados previamente entre los partidos.
Por democracia entiende Schmitt en cambio, siguiendo en esto de cerca a Rousseau, la identidad entre gobernantes y gobernados. La dictadura es antiliberal, pero no necesariamente antidemocrática. La democracia, en sí misma, no tiene contenido político definido. La democracia es un procedimiento, es una forma de organización. Tiene el valor de una mera forma. La democracia es algo instrumental para realizar determinadas políticas de las más variadas especies. Como bien dice Schmitt, una democracia puede ser militarista o pacifista, absolutista o liberal, centralista o descentralizada, progresista o reaccionaria y todo ello sin dejar de ser al mismo tiempo democracia.
Para los demócratas radicales, nosotros diríamos, fundamentalistas democráticos, la democracia tiene un valor absoluto en sí misma sin considerar los contenidos políticos que haya en ella. Para el demócrata radical la democracia siempre es válida independientemente de las consecuencias o efectos que de ella se deriven.
Finalmente, para concluir con la exposición de los principales autores críticos de la democracia moderna, debemos mencionar y destacar aquí en la España actual a la figura filosófica de Gustavo Bueno como filósofo político crítico de la democracia.Es la crítica de Gustavo Bueno a la democracia una crítica filosófica muy profunda, prolija, extensa, compleja y exhaustiva, de tal modo que resulta muy difícil de resumir y exponer aquí en este reducido espacio con el que contamos. Por ello, vamos a intentar ser sintéticos y sumarios al exponer en unos cuantos artículos el contenido principal de la crítica de Bueno a la democracia.
1 ° No hay una cosa tal como la soberanía popular ni tampoco hay algo así como la voluntad general. Ello es porque ni hay un pueblo como sujeto titular de la soberanía ni tampoco hay algo tal como la soberanía nacional. Hay que rechazar la ideología democrática que afirma la idea de autodeterminación de la sociedad política. El autogobierno o autodeterminación de la sociedad política es utópico por imposible. La sociedad no se autodirige. El poder político es asimétrico. Unos mandan y otros obedecen. Como diría Julien Freund, la política es el dominio del hombre por el hombre. Una parte de la sociedad política dirige a las otras partes restantes de la sociedad política
2° La crítica a la democracia es la crítica de la ideología democrática. La democracia contemporánea ha segregado una ideología legitimadora de sí misma a la que podemos denominar ideología democrática fundamentalista. Esta ideología envuelve a la democracia, de tal manera que funciona como una suerte de cinturón protector contra las refutaciones o falsaciones de la democracia y ello por una suerte de decisión metodológica adoptada por los ideólogos demócratas o por los profesores de ciencia política demócratas.
3° La democracia sólo es verdadera cuando brota del interior mismo de la sociedad política y deriva del mercado capitalista. Si no existe el mercado, no existe la democracia. La esencia de la democracia es la libertad entendida como libertad de elección entre los bienes de un mercado pletórico capitalista libre con propiedad privada.
4° El fundamentalismo democrático es básicamente lo que se entiende por teoría de la democracia. Tal teoría consta de tres elementos: A) La teoría de los tres poderes, B) La idea de la soberanía popular y C) la teoría del Estado de derecho.
En primer lugar la teoría de los tres poderes es una teoría metafísica y confusa y no es científica. La doctrina del Estado de derecho implica tanto una politización de la justicia como una judicialización de la política y la idea de la soberanía popular es un mito confusionario.
5° La democracia se caracteriza por las elecciones periódicas y recurrentes. Esta recurrencia es la que produce la eutaxia política democrática. En los Estados democráticos, hay elecciones. En los Estados no democráticos no hay elecciones.
6º El pueblo no manda ni gobierna ni controla nada. El pueblo carece de elementos de juicio suficientes y, por tanto, de capacidad de controlar políticamente a nadie. El pueblo no puede autodeterminarse. Todas las instituciones políticas democráticas dependen del azar, de la estadística electoral.
7º Los resultados electorales no significan un criterio objetivo acerca de la gestión del Gobierno. El pueblo se puede equivocar. La idea de que el pueblo tiene razón, es una ficción útil para pensar la democracia desde la ideología democrática.
8º La democracia ateniense no era una democracia. La democracia sólo puede existir con el capitalismo, con el mercado libre. La esencia de la democracia es la libertad objetiva entendida como libertad de elección entre diversas alternativas políticas o entre diversas mercancías en el mercado.
9° El mercado, la televisión y la democracia son isomorfos entre sí. Es la democracia de audiencia la democracia actual, como dice Bernard Manin. El fundamento de la democracia está en la constitución de una sociedad capitalista en la que exista la libertad de elección de los múltiples individuos consumidores ante una multiplicidad de bienes ofrecidos en el mercado.
10° La democracia implica tolerancia y un relativismo axiológico.
11º La democracia está poblada de contradicciones. Una de las contradicciones de las democracias es la que existe a propósito de la pena de muerte. Hay una contradicción a este respecto entre los partidarios de la pena de muerte y los abolicionistas.
12° Además, en las democracias contemporáneas tiene lugar una progresiva ecualización entre la izquierda y la derecha. Se trata de la difuminación de los límites entre los partidos políticos conservadores y progresistas.
Estas críticas a la democracia representativa ayudan notablemente a tener un concepto más ajustado de la democracia realmente existente así como a combatir la plaga ideológica actual que denominamos fundamentalismo democrático.
Felipe GIMÉNEZ PÉREZ