miércoles, 9 de febrero de 2011

Libro del mes (Febrero 2011): Eugenesia y Eutanasia.

El autor del libro es Guillermo Buhigas Arizcun (Madrid,1961). Es profesional del mundo audiovisual desde hace veinticinco años. Además, es un incansable investigador tanto de la historia como de la actualidad y no se detiene ante nada a la hora de denunciar, descubrir y combatir las mentiras históricas impuestas por lo políticamente correcto, pero siempre con pruebas textuales y datos reales. En este libro, el autor quiere desentrañar la conjura contra la vida que se da en la actualidad. Ha publicado también, con gran éxito, “Los Protocolos. Memoria Histórica”.

“Por eso, la hipótesis de Darwin, incluso en el caso de ser aceptada de forma recalcitrante en lo referente a esta cuestión, sólo sería váli­da en esas circunstancias atípicas o extremas. Pero la historia natural transcurre casi siempre, salvo por la acción volitiva del hombre, de una forma evolutiva monótona y siguiendo pautas casi idénticas.

Por eso, para salvar ese escollo conceptual ínsito a su hipótesis, Darwin se vio obligado a introducir todo tipo de analogías sacadas de la acción volitiva del hombre, que es la única capaz de modificar os­tensiblemente las monótonas pautas de la naturaleza, pero -para fun­damentar su hipótesis transformista- no presentó ni una sola prueba correspondiente al devenir de la naturaleza por sí misma al margen de la acción del hombre.

Según Darwin, si a la actuación de los criadores de animales domés­ticos, cuando eligen determinadas variedades con preferencia a otras para aparearlas, se la denomina selección, cabe denominar selección natural a la combinación de causas naturales que permiten la extensión de determinadas variedades en los animales silvestres o plantas, en de­trimento de otras de su misma especie.

Así, por ejemplo, un criador, al cabo de varias generaciones, puede crear una nueva raza de ganado vacuno con los cuernos cortos o sin ellos, por la mera elección sistemática para el apareamiento de varie­dades que tengan los cuernos más cortos. Mediante una analogía cha­pucera y sofística, Darwin elucubra que la naturaleza, con la alteración de las condiciones de vida, de las características geográficas de un país o su clima, podría conseguir que plantas y animales asociados a ese entorno varíen, al cabo de ciertas generaciones, de forma similar a la conseguida por el criador con su ganado y, con ello, seleccionar deter­minadas variedades mejor adaptadas para el nuevo estado de cosas.

Es decir, para explicar el mecanismo de la naturaleza tal y como él lo inventaba, Darwin lo ejemplificaba con determinadas actuaciones volitivas del hombre: el único elemento de la naturaleza capaz de matarla relativamente y de modificar algunos de sus mecanismos, al margen del resto de los mecanismos naturales. Se trata de una paradoja delirante: determinar la causa por su efecto más excepcional y menos vinculado directamente a la misma, en vez de vincular la mayoría de sus efectos a su causa necesaria. Es como si alguien ve que un huevo se fríe en una piedra puesta al sol y luego pretende convencer de que sólo o, al menos, la mejor y ma­yor parte de los huevos fritos se hacen poniéndolos en una piedra bajo el sol. Aún más, es como si se pretende imponer la tesis de que sólo en piedra bajo el sol se puede hacer un huevo frito.

Es como si, por el hecho de que se producen muertes en accidentes de carretera, se pretende convencer de que sólo o, al menos, la mayoría las muertes naturales se producen por accidentes en carretera. Aún más , es como si se pretende imponer la tesis de que sólo en accidentes de carretera se producen muertes naturales. Es la quintaesencia de la irracionalidad.


Darwin se mostraba convencido de su tesis exterminadora que, aplicada al ser humano, sería genocida, tal y como lo ha sido en los regímenes políticos inspirados en el darwinismo.

Don Charles postulaba que la multiplicación de pequeñas modificaciones en el transcurso de miles de generaciones y la manifestación operativa de la nueva peculiaridad recibida a partir de la herencia, propiciarían la existencia de una divergencia cada vez mayor respecto a la norma original. La consecuencia de esto sería que se manifestarían finalmente nuevas especies o, en un mayor lapso de tiempo, hasta nuevos géneros naturales”.