jueves, 10 de noviembre de 2011

13 Comentario de Filosofía: ¿La ciencia se equivoca?

¿La ciencia se equivoca?

Leamos el artículo publicado por Jorge Alcalde en Libertatd Digital y que , él titula El error Malthus


"La semana pasada Naciones Unidas ralizó unas de las mejores campañas de márketing que se le recuerdan. En plenas vísperas de la noche de Halloween presentó en sociedad a la ciudadana 7.000 millones del planeta.
Evidentemente, su anuncio demográfico no era más que una proyección estadística, y bien pudiera haber sido aquella niña filipina de apellido Camacho o cualquier otro niño nacido semanas antes o después el agraciado con el número mágico. Pero el dato no deja de ser cierto. En 2011, la Tierra está habitada por 7.000 millones de seres humanos.
Se antoja un momento excepcional para analizar en qué situación vivimos los miembros de esa nómina milmillonaria. Y es bueno hacerla en contraste con el negro panorama que desde mediados del siglo XX se ha venido dibujando para el momento en que llegáramos a esta situación.

Una de las leyendas pseudocientíficas más férreamente instaladas en la cultura popular es la idea de que Thomas Robert Malthus tenía razón. El que pasa por ser el primer demógrafo de la historia determinó allá por 1798 que mientras la población humana tiende a crecer en progresión geométrica (doblándose cada 25 años), los bienes de subsistencia sólo pueden crecer en progresión aritmética. De manera que, si no se pone remedio, algún día no existirán recursos suficientes para alimentar a los seres humanos.
Como ya saben ustedes, las ideas de Malthus cobraron especial relevancia a mediados del siglo XX, por el denodado esfuerzo de los informes catastrofisas del Club de Roma y de gente como Paul Ehrlich, autor de The Population Bomb, que en 1968 vaticinaba el apocalipsis antes de final de la centuria.

Lo cierto es que el Día D ha pasado y las previsiones de Malthus, el Club de Roma y Ehrlich no se han hecho realidad. Pero ¿por qué?

En primer lugar, hay que advertir que, a pesar del ruido causado por la ciudadana 7.000 millones, el ritmo de crecimiento poblacional está descendiendo. Mientras se tardó 14 años (1960-74) en crecer un tercio (de los 3.000 a los 4.000 millones), han hecho falta 21 (1990-2011) para el siguiente cambio de tercio: de los 5.000 a los 7.000 millones. De hecho, los expertos consideran que nos acercamos al escenario de menor fertilidad de la historia y que, una vez alcanzados los 8.000 millones de habitantes, la población se estabilizará o llegará incluso a declinar.

En segundo lugar, es evidente que ni Malthus ni sus seguidores tuvieron la menor confianza en el ingenio humano. Al contrario de lo que pensaban, la mejora de las tecnologías, el avance de las ciencias, la evolución de nuevas labores agrícolas, el aumento del uso de fertilizantes y plaguicidas y la adaptación/globalización de las costumbres alimenticias ha permitido que el stock de alimentos no haya dejado de crecer en paralelo al aumento de los seres humanos alimentados.

Los datos hablan por sí solos. En los últimos 21 años, mientras la población creció un 40 por 100, el porcentaje de individuos que viven en la pobreza extrema no ha hecho más que descender. De hecho, hoy hay prácticamente el mismo número de seres humanos bajo ese umbral (es decir, que viven con menos de 1,25 dólares al día) que el que había en 1804: 890 millones de ciudadanos sobreviven en esas dramáticas condiciones. La cifra, que no deja de ser
espeluznante, es idéntica a la de principios del siglo XIX, pero entonces la población humana era apenas superior a los 1.000 millones.
Es decir, en 200 años, el porcentaje de población sumamente pobre ha pasado del 80 al 12,7 por 100.


Evidentemente los datos no son para alegrarse. Todavía hay demasiados seres humanos padeciendo la escasez más absoluta de recursos básicos. Pero nadie podrá negar que -si un titular debe extraerse de la incontestable realidad estadística- el mundo es hoy mejor que hace un siglo, y que, en contra de las previsiones agoreras, el aumento de la población no ha traído más pobreza, hambre y enfermedad, sino todo lo contrario. En un momento de la historia, la capacidad de producir alimentos saltó por encima de la curva de crecimiento poblacional. Eso es algo que Malthus jamás llegó a prever. Él creía que los niveles de bienestar nunca estarían por encima de la mera supervivencia y que la población mantedría su crecimiento por encima de su capacidad de alimentarse, fuera cual fuera el avance de la ciencia y la tecnología.


Hoy sabemos que la ciencia ha sido capaz de invertir esa tendencia. En los últimos 40 años, los países más pobres han progresado un 82 por 100 en el índice de la ONU que mide la calidad de vida (el Índice de Desarrollo Humano). Lo han hecho a un ritmo que duplica el promedio mundial. Si se mantuviera ese ritmo, en 2050 la mayoría de los países de ese grupo de cola se encontraría en niveles de bienestar similares a los que disfrutan hoy los países más ricos. Entre las locomotoras de ese tren ascendente, se encuentra, evidentemente, China. La pobreza absoluta en el este de Asia ha decrecido de 822 millones de ciudadanos en 1987 a 142 hoy.

Y, como es lógico, los países que están superando la pobreza lo han hecho adquiriendo hábitos, tecnologías y avances propios del mundo rico. Es decir, produciendo, consumiendo recursos, aplicando ciencias y contaminando como lo ha venido haciendo Europa y Estados Unidos hasta ahora.

A algunos esto les parece una amenaza y prefieren pensar que el avance de los países más pobres del planeta es insostenible. Creen que debe limitarse su crecimiento para proteger el medioambiente, el clima, los recursos. Vuelven a pensar, como Malthus, que aquellos que osan crecer, que aquellos que aspiran a ser tan ricos como la vieja Europa, tendrán tarde o temprano su castigo.

Los que creemos en el ingenio humano y en el poder regulador de la ciencia y la tecnología sabemos que también ellos se equivocarán".

miércoles, 9 de noviembre de 2011

3º Comentario de Filosofía y Ética

¿George Orwell en la China actual?

Para entender la película “1984” que comentaremos en el tercer trimestre, es interesante leer el artículo que publica el semanario “Alba” sobre la política china del hijo único.

Veamos este artículo:

Cumbre del clima en Copenhague. Año 2010. La viceministro de la Comisión para la Planificación Familiar y la Población de China, Zhao Baige, anuncia orgullosa que gracias a la política del hijo único, en vigor desde 1970, su Gobierno ha conseguido “prevenir el nacimiento de 400 millones de personas”. No solo contribuye a la reducción de emisiones, sino que sirve como experiencia para que otros países-sobre todo en vías de desarrollo-puedan desarrollar modelos sostenibles.
“Hemos evitado 400 millones de personas y emitimos cada año 1,8 toneladas de dióxido de carbono menos que antes.”
El modelo chino se presenta como ejemplo a seguir y no pocos medios de comunicación se tragan el cuento-el fundador de la CNN, Ted Turner, llegó a decir que todo el mundo debería copiar a China para luchar contra el cambio climático-.

¿Pero que hay detrás de ese modelo sostenible de población?.
-Muertes como la de Jihong Ma, esterilizaciones forzosas, detenciones ilegales,, palizas, casas destrozadas y un sinfín de violaciones de los derechos humanos que la organización WOMEN,S RIGHTS WITHOUT FRONTIERS (WRWF) lleva denunciando más de una década.

A finales de 2009 dos oficiales de Planificación Familiar detuvieron en las calles de Henan a una mujer que había escapado del hospital para no someterse al “examen de embarazo” al que cada dos meses deben acudir las mujeres en edad fértil. Según varios testigos presenciales la condujeron a la fuerza al hospital para someterla a una esterilización involuntaria-DIU en la mayoría de casos o ligadura de trompas si la mujer ha violado la política del hijo único y ha tenido más de un niño-a pesar de que la joven advertía de su delicado estado de salud por una reciente operación.

Poco antes, esta vez en la provincia de Shandong, un matrimonio fue torturado y golpeado por oficiales de Planificación por haber llegado un día tarde al examen de embarazo.
Provincia de Fujian. Cuatro jóvenes con “embarazos ilegales”-todas en avanzado estado de gestación-están retenidas en una celda de la Oficina de Planificación mientras hacen frente al aborto forzado que se les ha practicado-inyección salina-y esperan dar a luz al hijo muerto. Muchas, además, deberán pagar el coste del aborto como pena por haber violado la ley.
Ciudad de Leiyang, el joven Xin Lui (32 años), recibe en casa la visita de los planificadores familiares que vienen a cobrar la tasa que debe pagar la familia por haber tenido un segundo hijo. Xin Lui se niega a abrir y los planificadores le golpean en la cabeza hasta que queda inconsciente. Hoy tiene una incapacidad permanente.

Una mujer de 34 años embarazada de ocho meses y medio trabaja junto a su marido cuando los planificadores familiares la llevan al hospital. Ha violado la ley quedando embarazada por segunda vez y, además, de gemelos.
Hacia las cinco de la tarde varios médicos la sujetan para que deje de resistirse hasta que le inyectan la sustancia abortiva. A las doce de la noche está todavía dando a luz a sus hijos muertos. Enterrar los cuerpos correrá de su bolsillo. Lo médicos se limitan a dejar los cadáveres a su lado.

Xiamen, destino turístico por excelencia. Una mujer embarazada llora en la habitación del hospital donde han inyectado un sustancia letal a su hijo de ocho meses y al que ahora tendrá que dar a luz.

Estos y otros muchos casos conocemos a través de la gran luchadora por los derechos de la mujer, Reggie Littlejon, abogada de Yale, fundadora y presidenta de WRWF.

Preguntada por el semanario “Alba”, la embajada china no ha dado ninguna respuesta que, si bien reconocen los 13 millones de aborto al año, niega que algunos sean forzados. Admiten la política del hijo único, pero evitan dar detalles de cómo se lleva acabo. Según Littlejon, los gobiernos occidentales no se atreven a presionar a China para que respete los derechos humanos, porque le deben mucho dinero.
Pero lo más vergonzoso es que, como asegura el semanario, “El Fondo de Población de Naciones Unidas, La Federación Internacional de Planificación Familiar son proveedores del aborto en China.