El autor de este libro es Alain de Benoist, nacido en Francia en 1943. Es un ensayista de renombre internacional y autor de una vasta obra en el campo de la filosofía política y la historia de las ideas. En 1978 recibió el gran premio de ensayo de la Academia Francesa. Es director de las revista Nouvelle École y Krisis. Sus obras han sido traducidas en múltiples idiomas.
En este libro trata de cómo el nazismo y el comunismo se identifican en su deseo de aniquilación: unos, a los judíos y otros a los burgueses.Por lo tanto, son los dos unos totalitarismos.
Lo que no entiende Alain es cómo es posible que sólo el nazismo suscite un horror visceral y el comunismo, no. Por ello, sus análisis es más interesante, porque nos hace ver cómo todos los totalitarismos deben ser criticados, sean de la ideología que sean. Es la única manera de salvarnos, en pleno siglo XXI de un estado político totalitario
Lo que no entiende Alain es cómo es posible que sólo el nazismo suscite un horror visceral y el comunismo, no. Por ello, sus análisis es más interesante, porque nos hace ver cómo todos los totalitarismos deben ser criticados, sean de la ideología que sean. Es la única manera de salvarnos, en pleno siglo XXI de un estado político totalitario
Veamos algunos textos de este libro, recogidos de sus capítulos IV, V y VI.
"Tenemos derecho a preguntarnos -escribe Stéphane Courtois~ por qué el hecho de matar en nombre de la esperanza en "alegres amaneceres" es más excusable que el asesinato vinculado a una doctrina racista. En qué la ilusión-o la hipocresía- constituyen circunstancias atenuantes del crimen de masas». En efecto, no termina de verse por qué habría de ser menos grave, o menos condenable matar a aquellos a quienes se les ha prometido la felicidad que matar a quienes no se les ha prometido tal cosa. Hacer el mal en nombre del bien no es mejor que hacer el mal en nombre del mal. Destruir la libertad en nombre de la libertad no es mejor que destruirla en nombre de la necesidad de suprimirla. Desde muchos puntos de vista - hasta es peor. El vicio es aún menos excusable cuando lo practican los profesores de la virtud, porque éstos están más obligados que nadie a respetar sus principios. Cabe pensar también que los criminales son tanto más peligrosos cuanto que se presentan como bienhechores de la humanidad «El comunismo es más perverso que el nazismo- escribe, por ello, Alain Besancons- porque se sirve del espíritu de justicia y de bondad para exportar y expandir el mal , la maldad en el sentido más profundo.
No basta con decir que el comunismo es una buena idea que ha terminado mal. Hay que
explicar además cómo ha podido terminar mal: es decir, hay que preguntarse cómo una
buena idea, lejos de inmunizar contra el horror, no le impide realizarse menos que una
mala idea. ¿Cómo ha sido posible perseguir en nombre del bien, abrir campos de
concentración para liberar al hombre e instaurar el terror en nombre el progreso? ¿Cómo la
esperanza ha podido virar hacia la pesadilla?: He aquí una verdadera cuestión filosófica.
Desgraciadamente, la respuesta que nos proponen no tiene nada de filosófico, sino que se limita a alegar las circunstancias. La violencia leninista habría sido heredera de la violencia zarista. Se habría alimentado de la violencia de la guerra de 1914/18 o de la violencia de las relaciones capitalistas, entonces desarrollada en Rusia".
"Tenemos derecho a preguntarnos -escribe Stéphane Courtois~ por qué el hecho de matar en nombre de la esperanza en "alegres amaneceres" es más excusable que el asesinato vinculado a una doctrina racista. En qué la ilusión-o la hipocresía- constituyen circunstancias atenuantes del crimen de masas». En efecto, no termina de verse por qué habría de ser menos grave, o menos condenable matar a aquellos a quienes se les ha prometido la felicidad que matar a quienes no se les ha prometido tal cosa. Hacer el mal en nombre del bien no es mejor que hacer el mal en nombre del mal. Destruir la libertad en nombre de la libertad no es mejor que destruirla en nombre de la necesidad de suprimirla. Desde muchos puntos de vista - hasta es peor. El vicio es aún menos excusable cuando lo practican los profesores de la virtud, porque éstos están más obligados que nadie a respetar sus principios. Cabe pensar también que los criminales son tanto más peligrosos cuanto que se presentan como bienhechores de la humanidad «El comunismo es más perverso que el nazismo- escribe, por ello, Alain Besancons- porque se sirve del espíritu de justicia y de bondad para exportar y expandir el mal , la maldad en el sentido más profundo.
No basta con decir que el comunismo es una buena idea que ha terminado mal. Hay que
explicar además cómo ha podido terminar mal: es decir, hay que preguntarse cómo una
buena idea, lejos de inmunizar contra el horror, no le impide realizarse menos que una
mala idea. ¿Cómo ha sido posible perseguir en nombre del bien, abrir campos de
concentración para liberar al hombre e instaurar el terror en nombre el progreso? ¿Cómo la
esperanza ha podido virar hacia la pesadilla?: He aquí una verdadera cuestión filosófica.
Desgraciadamente, la respuesta que nos proponen no tiene nada de filosófico, sino que se limita a alegar las circunstancias. La violencia leninista habría sido heredera de la violencia zarista. Se habría alimentado de la violencia de la guerra de 1914/18 o de la violencia de las relaciones capitalistas, entonces desarrollada en Rusia".