domingo, 22 de diciembre de 2013

22º Comentario de Filosofía.



¿Antiglobalización?

La pregunta es: ¿se puede luchar de forma efectiva contra algo cuyos presupuestos se comparten? ¿Se puede luchar contra la globa­lización desde presupuestos mundialistas? Una contradicción esencial del movimiento antiglobalización, que el periodista italiano Marcello Veneziani (en su ensayo Derribemos el 68) pone de relieve al dirigirse a los «antiglobalizadores» del siguiente modo: «si criticáis la globaliza­ción en el nombre de una utopía cosmopolita e igualitaria, os situáis al amparo de esa misma globalización; si sois internacionalistas y anár­quicos, igualitario s y libertarios, estáis dentro '-de la globalización; si creéis -como Debord- en el cambio permanente, estáis dentro de sus dominios. Si perseguís el sueño de un mundo mejor -antes que defender la vida de un país real-, estáis bajo el manto de la globa­lización, en su versión más ilusa. Si creéis que es lo mismo nacer en Florencia que en Gabón, estáis sumidos en la globalización de pies a cabeza. Aquél que critica seriamente la globalización ama las diferen­cias de lugares, de pueblos, de culturas; ama las raíces y las tradiciones, ama la civilización y el idioma, las costumbres trasmitidas, la cultura clásica y la iglesia, venera la vejez y respeta la experiencia. Sólo trascien­de el horizonte global aquél que es vertical, y que redescubre el cielo y la tierra hasta internarse en los parajes de lo sagrados." 
Basta ya de falsas expectativas. Es preciso abandonar toda posible ilusión sobre una alternativa a la globalización neoliberal que pueda surgir de lo que, en Occidente, convencionalmente se conoce como «iz­quierda». La incapacidad de la izquierda para pensar en contra de la ló­gica globalizadora se pone muy bien de relieve en su coincidencia básica con los liberales al rechazar la idea de proteccionismo, Se entiende que la derecha liberal se muestre radicalmente en contra de lo que, al fin y alcabo, constituye un pecado mayor contra el dogma librecambista. Pero resulta un tanto llamativo que en Europa prácticamente toda la izquieda, -incluida la extrema izquierda- se muestre hostil ante una práctica que revertiría en la protección de los trabajadores europeos frente al - capital transnacional. La razón de fondo -señala Alain de Benoist- es , ideológica: esto chocaría contra sus convicciones mundialistas. 
En realidad es toda la Nueva clase, ya sea de derechas o de izquierda­, la que no cesa de bramar contra la amenaza proteccionista, dado que las simples palabras barrera, protección, regulación, son para ella sinónimo de repliegue y de nacionalismo, es decir de «xenofobia». Y  aquí se pone de manifiesto la insustancialidad última de esa extrema izquierda «antiglobalizadora» o «antisisterna» y de todas sus vociferaciones «anticapitalistas». Porque en lo básico, coincide con el sistema. Porque se adhiere a lo que constituye el verdadero obstáculo frente al proteccionismo: un estado de espíritu ideológico «liberal-libertario» -compuesto de narcisismo, individualismo, obsesión por el dinero y desprecio por el «pueblo». Ideología libertaria que tiene sus raíces últimas en la Ilustración y la ética protestante, y que al llevar el individualismo a su extremo pierde de vista los valores colectivos fundados sobre solidaridad, y asimila la felicidad a una idea de realización del individuo poco compatible con la vida en comunidad.
 Señala Enmanuel Todd que el ultra-individualismo no es una adhesión primordial a la economía de Mercado, al rechazo a las barreras aduaneras, sino una adhesión a la idea del individuo-rey absoluto, a la idea de que «está prohibido prohibir». Para Todd, «en el plano internacional el universalismoy el antirracismo tienen una relación directa con el dominio del librecambio. La idea de apertura, de superación de todas las diferencias conduce a eso». 
Alain de Benoist pone el dedo en la llaga al señalar que «ese individualismo es de hecho un individuo-universalismo, y el universalismo coincide con la idea de librecambio en la medida en  que se ordena a la idea de «un mundo sin fronteras», un mundo donde las naciones y los países serán inevitablemente superados." Frente al narcisismo individualista se trata de recuperar la capacidad de acción colectiva. Algo para lo que la derecha (entendida la palabra en su vieja acepción de derecha de valores) está filosóficamente mejor equipada que la izquierda. Es por ello que el único frente de rechazo auténtico y efectivo a la globalización se encuentra hoy, en Europa, en los llamados partidos populistas, y no en esa izquierda «antisistema» a medio camino entre la retórica retro y el activismo de diseño. (páginas 158-160 Disidencia Perfecta).


sábado, 14 de diciembre de 2013

Libro del mes(noviembre 2013): Disidencia Perfecta


Este libro de Rodrigo Agulló, licenciado en derecho y ciencias políticas, intenta mostrar que más allá de la división entre derechas e izquierdas se dibuja una nueva línea de fractura:  la que separa a los que están conformes con el actual orden de cosas de los que no lo están.
Veamos un fragmento:

"El esfuerzo de la Nueva derecha por construir un nuevo paradigma político podría en cierto modo interpretarse como un intento de sub­sanar ese gran «error histórico», y de unir lo mejor de la tradición histórica de la derecha a la contestación antiburguesa de esta época. Algo que en pleno siglo XXI, cuando la problemática que originariamente dio  lugar a la derecha y a la izquierda resulta cada vez más anacrónica, sólo puede conducir a nuevas síntesis.

Desde el comienzo de su aventura intelectual, la Nueva derecha reclamó bien a las claras su ambición: favorecer un diálogo con una nueva izquierda» liberada de los lastres dogmáticos de antaño. Una empresa ardua, ciertamente. Porque lo que hay enfrente es esa «izquier­da divina» de la que hablaba Jean Braudillard: una izquierda que se pretende «transparente, virtuosa y moral, representativa de los valores profundos, definitivos de la historia.
En primer término, llamar a la policía (del pensamiento). Desde que la izquierda mayoritaria abandonó sus ínfulas revolucionarias para adherirse al «capitalismo de la seducción» se abortó toda posibilidad de diálogo. Porque esta izquierda travestida sustituyó el debate de ideas por un moralismo histérico para lanzarse a una caza de brujas ante todo aquello que pueda traspasar los límites de lo que ella juzga permisible. A la mayor gloria del pensamiento único. Mucho tiene que ver en ello el confort intelectual y material de los que se saben detentadores de la ideología del Establishment: esa izquierda institucional amodorrada en un poder mediático-cultural que viene disfrutando desde hace dé­cadas, y que dispensa sermones desde el prisma llorón de la ideología de los derechos humanos, desde el encefalograma plano del buenismo. Son los nuevos devotos del orden moral, las nuevas ligas de la virtud, las nuevas mojigatas indignadas, las nuevas damas victorianas defenso­ras de la «decencia».

La campaña de denuncia contra la Nueva derecha en 1979 marcó el tono de todo lo que vendría a continuación: los linchamientos me­diáticos, las «llamadas a la vigilancia», las denuncias de «conspiraciones rojo-pardas» y todo un goteo constante de difamaciones más o menos folclóricas, cuyo examen detallado tendría más bien cabida en la pe­queña historia de esos «años de plomo» para la libertad de expresión:
Pero más allá de las agitaciones mediáticas, mayor interés para calibrar las pautas de desinformación que rodean a esta corriente de ideas tiene referirse a los enfoques con pretensiones académicas o «científicas».
Normalmente, éstos comienzan por proclamar que las descalifi­caciones sumarias son insuficientes para enfrentarse a la complejidad de un fenómeno que tiene un carácter sinuoso, escurridizo: «el grupo escapa siempre por cualquier lado a la definición que trate de dársele», «flexibilidad del discurso, agilidad de espíritu, cultura erudita, formas inéditas de militantismo son sin duda la obra de Alain de Benoist»." La labor del investigador universitario adquiere por tanto una pátina detectivesca: consiste en desbrozar las ramificaciones y escabrosidades del discurso para desenmascarar su verdadera faz y eventualmente des­activar sus perniciosos efectos.
La nota común más frecuente en estos estudios es recurrir a un enfoque básico: el juicio de intenciones. Esto es, atribuir a priori al de­nunciado una «intención oculta», a partir de la cual se juzga todo lo que haga o diga. Dicho de otra forma: «el inquisidor no demuestra el pecado, sino que sienta previamente la intención pecaminosa, y des­pués juzga el comportamiento en función de esa intención supuesta." Partiendo de una premisa tan simple se eligen los métodos adecuados para que el análisis conduzca, en secuencias lógicas, a la conclusión a la que se quiere llegar. Una técnica habitual es el uso selectivo de aquellos elementos del discurso neoderechista que se juzgan más adecuados para los fines perseguidos, dejando fuera el resto (técnica de «la parte por el todo» o recorte). Otro método socorrido es la mezcla de elementos de naturaleza distinta para llegar a la conclusión adecuada, generalmen­te a través de una culpabilidad por asociación (técnica de la amalgama). Algunos ejemplos.

El interés de la Nueva derecha (fundamentalmente en sus prime­ros años) por los temas relativos al «realismo biológico», la gen ética, la antropología física, la psicología hereditaria (Jensen y Eysenk) y la biología del comportamiento o etología (Konrad Lorenz) ponía el énfasis en el estudio de las desigualdades, tanto interindividuales como interétnicas. Pues bien, estos temas se identifican como el nú­cleo central de la propuesta teórica y se relega (técnica del recorte) la crítica radical que esta corriente de ideas hace de todo reduccionismo o determinismo biológico, al señalar que son la cultura y la libertad humanas los elementos que en última instancia son definitorios de la persona, y que la dignidad de la misma no está en función de sus características biológicas: Igualmente, se asocian estos temas (técni­ca de la amalgama) a algo diferente: una supuesta justificación del darwinismo social o la defensa de un «superhombre» nietzscheano entendido en un sentido biológico. Lo que inevitablemente desem­boca en la acusación de racismo.

Otro tanto cabe decir del interés por las civilizaciones indoeu­ropeas. La Nueva derecha realizó en los primeros años setenta todo un trabajo de divulgación de la obra de Georges Dumézil y de sus estudios sobre la ideología trifuncional en las antiguas sociedades indoeuropeas (es decir, las civilizaciones griegas, romanas, célticas, germánicas, bálticas, eslavas, iraníes, india) que se orientaba hacia una interpretación científica de la identidad cultural de Europa. Pues bien, obviando el hecho de que «los indoeuropeos» son un concepto lingüístico-cultural y no racial, esa temática se asoció a un supuesto interés por la «raza aria», ignorando tanto lo que realmente se decía como los terminantes posicionamientos de la Nueva derecha en con­tra de cualquier forma de racismo:

Otro método socorrido es la técnica del doble rasero. Un ejemplo concreto: la asimilación de Alain de Benoist a la extrema derecha en base a su interés por los autores de la «Revolución Conservadora» alemana del primer tercio del siglo xx. Este argumento parte de una falacia: la Revolución Conservadora fue uno de los fundamentos ideológicos del nacionalsocialismo. Algo difícil de sostener, dado que todo estudio detenido sobre el tema pone de relieve que la mayoría de esos autores contemplaron la ascensión nazi con recelo, y muchos de ellos optaron por el exilio interior o exterior, o fueron persegui­dos. El hecho de que en el ideario de derecha nacionalista de esos autores hubiese elementos de intersección con el nazismo no puede honestamente conducir a la identificación sumaria entre ambos fenó­menos, del mismo modo que tampoco puede identificarse a todo el socialismo democrático o a todo el marxismo por su matriz filosófica común con la ideología de Stalin, Mao o Pol Pot".

lunes, 2 de diciembre de 2013

Tema 7º: Lógica




Lógica Tradicional:

Existen 4 clases de juicios fundamentales, combinando  los criterios de cantidad (universal y particular) y los criterios de cualidad  (afirmativo y negativo).

Juicios universales afirmativos A: Todos los hombres son sabios

Juicios universales negativos E:    Ningún hombre es sabio

Juicios particulares afirmativos I: Algún hombre es sabio

Juicios particulares negativos O: Algún hombre no es sabio

Con estos juicios se pueden formar silogismos (silogismo significa reunión, cálculo).


 El silogismo es una argumentación en la cual de un antecedente que compara dos términos (término mayor predicado de la conclusión y término menor que es sujeto de la conclusión) con un tercero (término medio que se repite en las dos premisa pero nunca está en la conclusión), se infiere una consecuencia que une o separa estos dos términos.

Todo lo que está predeterminado es necesario  (premisa mayor)

Todo suceso está predeterminado  (premisa menor)

Todo suceso es necesario (conclusión)


El término mayor ( P):  necesario.

El término menor (S): suceso.

El término medio (M): predeterminado.

Como el término mayor siempre está en la premisa mayor y el término menor en la premisa menor, según la posición del término medio, tenemos cuatro figuras:

1ª figura:  M es P          2ª figura: P es M              3ª figura: M es P            4ª Figura: P es M

                  S es M                             S es M                                M es S                               M es S

                   S es P                             S es  P                                 S es  P                                S es  P

 

¿A qué figura pertenece nuestro ejemplo?

 

El silogismo tiene, a su vez, una serie de leyes, que son las siguientes:

 
1.- Un silogismo debe tener los tres términos (mayor, medio y menor).

2.-Lo términos no pueden tener significación más universal en la conclusión que en las premisas.

3.- El término medio no puede entrar nunca en la conclusión

4.-El término medio debe tomarse universalmente por lo menos en una de las premisas.

5.- de dos premisas negativas no puede sacarse conclusión alguna

6.-de dos premisas afirmativas no puede sacarse conclusión negativa

7.- La conclusión deberá seguir siempre la peor parte (si una premisa es negativa, deberá ser negativa y si una premisa es particular, deberá ser particular).

Con estas leyes y reglas, solo caben 19  modos legítimos de silogismos:

1ª figura: AAA;  EAE;  AII;  EIO.

2ª figura: EAE, AEE, EIO, AOO

3ª figura: AAI, EAO, IAI, AII, OAO, EIO

4ª figura: AAI,AEE,IAI, EAO, EIO.

 

Ejercicios:

1.- Identifica las premisas y conclusiones de los siguientes pasajes.

Pero sostienen, el hombre desea vivir en sociedad; por lo tanto, debe renunciar a una parte de su bien privado en pro del bien público.

2.- Cuál es el modo legítimo y la figura de este silogismo:

Ninguna persona sana tiene cáncer

Algunos españoles son personas sanas

Algunos españoles no tienen cáncer

1ª figura EIO

 
 

Lógica Proposicional:

Se llama proposición a todo enunciado del que puede decirse que es verdadero o falso.

En la lógica proposicional cada letra equivale a una proposición. Se designan con las letras del alfabeto a partir de la  p. Si tenemos que designar dos proposición es: p, q, si tenemos tres proposiciones: p, q, r, si tenemos cuatro: p, q,  r, s y así sucesivamente.

Las proposiciones pueden ser simples o de orden uno: El sol es una estrella y pueden ser compuestas o de orden dos, tres, cuatro…. (dependiendo del número de  proposiciones): Si Pablo es bueno, entonces será premiado.

Cuando se opera lógicamente con una proposición de orden uno, sólo caben estos dos valores: verdadero o falso. Se simbolizan así 1 o V cuando decimos que es verdadero y 0 ó F cuando es falsa.

(p): 1

(p): 0

Cuando se opera con proposiciones de orden dos, se simboliza así:

P          q

V          V

V          F

F         V

F         F

También podemos simbolizarlas así, como hemos dicho antes:

P          q

1          1

1          0

0         1

0         0

A partir de ahora, solo utilizaremos las letras V y F, para mayor claridad.

 

Tabla de la verdad: Es el método de evaluación que mediante la combinación de los valores de las proposiciones simples, nos permite indagar el valor de verdad de las proposiciones compuestas. Lo veremos a continuación.


Para unir proposiciones se utilizan los juntores:

1.- Proposiciones conjuntivas  (     ): Solo es verdadera cuando sus componentes son verdaderos. Así, su tabla de la verdad resultaría esta que escribimos a su derecha.

P          q                          p     q                

V          V                             V

V          F                              F

F         V                               F

F         F                                F

 

Napoleón fue nombrado emperador y acudió a revistar las tropas.

 

2.- Proposiciones disyuntivas (           ): Solo es falsa si son falsas las dos proposiciones que la integran.  Así, su tabla de la verdad resultaría esta que escribimos a su derecha.

 

P          q                          p     q                

V          V                             V

V          F                              V

F         V                               V

F         F                                F

 

Para saciar la sed puedes tomar agua o gaseosa.


3.- Proposiciones condicionales (           ): Solo es falsa cuando es verdadera la primera de las proposiciones integrantes y falsa la segunda. No es una inferencia. Así, su tabla de la verdad resultaría esta que escribimos a su derecha.

 

P          q                          p     q                

V          V                             V

V          F                              F

F         V                               V

F         F                                F

 

Como ayer era martes, hoy es miércoles

Si usted fuma, su salud no se resentirá

Si dos y dos son cinco, Londres es la capital de Inglaterra

Si tú eres capaz de entender esto, yo soy Napoleón.

 

 

4.- Proposiciones bicondicionales (             ): Solo es verdadera cuando son las dos proposiciones verdaderas o las dos falsas. Así, su tabla de la verdad resultaría esta que escribimos a su derecha.
 

P          q                          p     q                

V          V                             V

V          F                              F

F         V                               F

F         F                                V

 

El enfermo tiene meningitis si y solo si tiene la nuca agarrotada y vómitos amarillos.

 

Vamos a realizar una tabla de la verdad más compleja, con cuatro proposiciones.

 

 

Ejemplo: “Si el vehículo queda inmovilizado durante más de 48 horas y las reparaciones han de durar 8 hora o más, la compañía de seguros pone a disposición de los asegurados un billete de tren o uno de avión”

 

1º Paso: Realizamos la frase simbólicamente de acuerdo con las reglas de los juntores:

P     q        (r     s).

 

2º Paso: Ponemos a la izquierda la matriz de las proposiciones y se colocan los valores de verdad. La fórmula será 2    (2 los valores de verdad) (n, las letras):  total 16 combinaciones.

 

 3º Paso.-  Resolvemos la tabla de la verdad de los juntores secundarios o de menos amplitud. En este caso p      q     y     r      s.

 

4º Paso: Finalmente resolvemos el juntor de más amplitud y así finaliza la tabla de la verdad.

 

 

Ejemplo, en la página siguiente.

 

 

 

 

 

 
 

P       q         r       s                        p         q                            r         s               p       q             r       S               

V       V        V      V                             V                                        V                                    V

V       V        V      F                              V                                        V                                    V

V       V        F       V                              V                                        V                                    V

V       V        F       F                               V                                        F                                     F

V       F        V       V                               F                                        V                                     V

V       F        V       F                                F                                        V                                     V

V        F       F       V                                F                                        V                                      V              

V        F       F        F                                F                                        F                                      V                   

F         V      V        V                               F                                        V                                      V

F         V       V        F                               F                                       V                                       V

F         V       F        V                               F                                       V                                       V

F          V       F        F                               F                                       F                                       V

F           F      V        V                              F                                        V                                       V

F           F      V        F                               F                                        V                                       V

F           F       F       V                               F                                        V                                       V

F           F       F       F                                F                                        F                                       V

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 18 de noviembre de 2013

Libro del mes (octubre 2013): Emilio o La Educación



Este libro es de Juan Jacobo Rousseau  en el que propone un sistema educativo para que los niños puedan vivir y mejorar la  sociedad , pues, como sabemos, para Rousseau los hombre son buenos por naturaleza, pero la sociedad los pervierte.

Veamos un fragmento:
 

"Todo sale perfecto de manos del autor de la naturaleza; en las del hombre todo degenera…

…A las plantas las endereza el cultivo, y a los hombres la educación…

…La educación es efecto de la naturaleza, de los hombres, o de las cosas. La de la naturaleza es el desarrollo interno de nuestras facultades y nuestros órganos; la educación de los hombres es el uso que nos enseñan éstos a hacer de este desarrollo; y lo que nuestra experiencia propia nos da a conocer acerca de los objetos cuya impresión recibimos, es la educación de las cosas.

Así, cada uno de nosotros recibe lecciones de estos tres maestros. Nunca saldrá bien educado, ni se hallará en armonía consigo mismo, el discípulo que tome de ellos lecciones contradictorias; sólo ha dado en el blanco y vivirá una vida consiguiente, aquel que vea conspirar todas a un mismo fin y versarse en los mismos puntos; este sólo merecerá el título de bien educado…

…Imposible es que un niño que sucesivamente pasa por tantas manos distintas, salga bien educado…

…El único que hace su voluntad es el que para hacerla no necesita valerse de otro; de donde se colige que el más apreciable de los bienes no es la autoridad, sino la libertad. El hombre verdaderamente libre sólo quiere lo que puede, y hace lo que le conviene…

…Ya he dicho que nada se le debe dar a vuestro hijo porque lo pide, sino porque lo necesita, y que no debe hacer nada

domingo, 20 de octubre de 2013

21º Comentario de Filosofía: "EL «HEMBRISMO»: ¿PRÁXIS O VULGATA DE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO?




Destacábamos, en el apartado anterior (comentario 20º), cómo se pretende eliminar la dialéctica relación de injusticia estructural «ma­chista», volcándola en otra de carácter simétrico y «hembris­ta». Pero, esta afirmación que aparenta ser un mero enuncia­do teórico, se ha implantado, por medio de diversas técnicas en la sociedad, alcanzando rango de costumbre. Describamos algunos rasgos de este ambiente cultural y costumbrista que ya anticipábamos al describir la postergación de la figura del padre y las quiebras sociales provocadas desde la agenda de género. 
Desde unos pocos años atrás, algunas conocidas periodis­tas, junto a otras mujeres relevantes en la vida pública es­pañola, desplegaron una análoga actitud vital que devino en auténtica «moda»: la extensión, por no calificar de auténtica «plaga», presentada como modélica, de familias monoparen­tales. Por medio de la adopción internacional, la inseminación artificial, o la concepción natural (aportada por un descono­cido, al menos para el hijo concebido), reivindicaron un su­puesto «derecho a los hijos» como vía de desarrollo personal y afirmación social; negando que sean los hijos quienes tienen derecho a unos padres: es decir, a un padre y a una madre. La lista de tales protagonistas es pública y ya muy extensa; y de ser «privilegio» de unas pocas mujeres de las elites, se ha convertido en una práctica muy extendida, percibiéndose ya, a nivel popular, como un verdadero «derecho subjetivo». 
Lejos estábamos, ya, de la estigmatización social a la que se sometía a las llamadas madres solteras y sus hijos. Por el contrario, estas mujeres se presentaban -y se promocionaba unánimemente desde los medios de comunicación- como pa­radigmas de la independencia, determinación, valentía, luci­dez ... Unas mujeres admirables «peleando por sobrevivir en un mundo hostil dominado por los machos». 
No importaba, después, que fueran jóvenes au paire  extran­jeras las que educaran a esas criaturas; no en vano, los hora­rios de una comprometida y pletórica vida profesional y social no permitían a estas aventureras otras fórmulas alternativas de conciliación de la vida familiar y laboral. Y, por supuesto, en toda celebración familiar y social lucirían a sus criaturas engalanadas para la ocasión, con ropas de capricho y marca, colores y lazos de moda, dedicándoles mimos y zalamerías múltiples. Después, ¡cómo poder jugar con su hijo!, no en vano el tiempo es escaso y hay que administrado sabiamente. Lo primero es lo primero: «yo misma». 
La que antaño era una situación dramática, se había con­vertido en modelo de virtudes y vanguardia del cambio social en ciernes. 
Otra curiosa circunstancia concurría en este tipo de situa­ciones. Los hijos de estas mujeres «todo-terreno», casi siempre eran ... niñas. ¿Una simple casualidad? Efectivamente, resca­tar niñas de sus respectivos países de origen (China, India ... ), evitándoles una vida de miserias y, seguramente también, de abusos de todo tipo, es muy loable. Pero nunca hemos encon­trado a estas mujeres en las denuncias contra el genocidio de niñas por la vía del aborto selectivo que se viene perpetrando en esos mismos países. Lo olvidábamos: «nosotras parimos, nosotros decidimos». 
Pero, ¿por qué ese aparente empeño en edificar sus familias excluyendo conscientemente a los varones? Indudablemente, cada caso es único. Pero no impide el que se intente extraer algunas posibles conclusiones desde un contexto más amplio. 
Este modelo de familia monoparental encaja perfectamente, al igual que otros fenómenos, en la agenda de género. Así lo contextualiza el escritor José Javier Esparza: «La destruc­ción de la figura del padre es un viejo propósito de todas las ideologías que desde el último siglo están intentando derribar los últimos vestigios de la sociedad tradicional, natural, para edificar una sociedad nueva, esa sociedad de tipo nihilista que hoy se extiende por todas partes. La destrucción de la figura del padre es uno de los pasos fundamentales de la ingeniería social autodenominada "progresista" y de la ideología "de gé­nero". 

Para muchas feministas radicales -que desde algunos me­dios nutridos de varones «postergados» se les denomina «fe­minazis»-, el hombre -todo hombre- es sospechoso de posibles y casi seguras actitudes brutales y violentas. Desde su mirada, la mujer debe rectificar la evolución social e histórica median­te un hito que establezca un antes y un después. La sociedad patriarcal y machista es el pasado y a la mujer le correspon­der diseñar el futuro. Por ello, el hombre -los hombres- es el inmerecido y brutal beneficiario de un pasado a arrasar por la vanguardia de la «nueva mujer»; cumbre y auto conciencia del desarrollo humano. 

De este modo, la eclosión de esos nuevos modelos de agre­gación parafamiliar (homosexuales con hijos biológicos o adoptados, monoparentales encabezadas por mujeres, etc.), apuntalaría al ultrafeminismo en marcha y, por el contrario, debilitaría al machismo encarnado en la «familia tradicional». Ahí se enmarca ese fenómeno con el que iniciábamos este apar­tado y que asimila a ese presunto machismo con las figuras «tradicionales» del padre y de la madre en su roles naturales; tal y como sintetiza Esparza en el mencionado texto: «Donde la figura de la madre encarna el amor y la ternura, la del padre debe encarnar el deber, el orden, lo que hay que hacer para que la sociedad funcione. Por decirlo en términos muy simples: la 
madre cría al hijo y el padre lo orienta a la vida adulta. Eso no quiere decir que el padre no ame, al revés: nada de eso funciona sin amor. Pero sí quiere decir que la madre tiene una función y el padre tiene otra. Que el papá no puede ser una mamá su­plementaria ni un colega del hijo». Una estructura natural, y de una experiencia humana varias veces milenaria, preciada he­rencia de los ancestros, a destruir por unas ultrafeministas en acción movidas por el desamor, el odio ... y la ideología. 
El aborto y la anticoncepción, entendidos como herramien­tas que desplazan el poder en el seno de la pareja a la mujer, son otros de esos instrumentos que han contribuido al cambio de roles; junto a la incorporación de la mujer al mundo laboral, empresarial, político ... El divorcio «exprés», la «discriminación positiva», siempre en beneficio de mujeres, la legislación contra la violencia de género, etc., también se diseñaron con análo­gas finalidades: la destrucción de la familia y la segregación del varón-padre. 
No obstante, este feminismo que se ha movilizado activa­mente para transformar la sociedad, desde todos los frentes, se presenta a sí mismo como «de la igualdad». Pero, ¿realmente persigue la igualdad o una nueva supremacía sexual? ¿No incu­rre en los mismos defectos que denuncia del «machismo» con el agravante de violentar a la naturaleza misma? 
Es cada vez más evidente que las feministas radicales y sus aliados, han propiciado ciertos fenómenos cuanto menos para­dójicos en una sociedad pretendidamente democrática y avan­zada. El primero de ellos: la desigualdad jurídica. Hombres y mujeres ya no son iguales ... , ni en sus derechos, ni en sus debe­res. Así, en España y desde la práctica penal, la presunción de inocencia en el varón ha sido destruida. Y, cuando nos referi­mos a la educación y custodia de los hijos, es pública y notoria la presunción en favor de la mujer: la madre, por definición, es cbuena madre». De tener alguna pretensión, el padre, tendrá que demostrar que está hipercapacitado y que la madre no lo está en absoluto. Esas mujeres a las que nos referíamos al principio, han construido su mundo inmediato a su imagen y se­mejanza. Un mundo de mujeres en el que, a modo de colmena, los hombres que se adapten, cumplirían el papel de zánganos y ellas ... el de reinas. Una sociedad machista pero a la inversa: hembrista, pues; pero contraria al sentido común y a la misma naturaleza. 
El cambio ha sido tan profundo que ha transformado ex­presiones tan espontáneas y costumbristas como el mismísimo sentido del humor. Si antaño, los chistes machistas ridiculiza­ban tradicionales roles y comportamientos femeninos, hoy ta­les manifestaciones suponen la reprobación general. Por el con­trario, el acompañamiento coreo gráfico al creciente repertorio humorístico feminista -con las inevitables enseñanzas de que las mujeres están capacitadas para hacer perfectamente dos o más funciones, ante la incapacidad varonil para ello, por ejem­plo- implica modernidad, progresismo, apertura intelectual. 
Este hembrismo cotidiano, práctica común de una ideología muy elaborada, ha dividido el mundo en buenos y malos. Las mujeres sumarían todas las virtudes: intuitivas, transmisoras y controladoras de la vida, pragmáticas, sensitivas, pacíficas. Los hombres, ya se sabe, brutales, inconscientes cazadores y gue­rreros, indolentes, insensibles, violentos, imprevisibles, infieles: en consecuencia, hay que anticiparse ... y controlarlos desde el Estado y el control social informal. 
Los hombres, por ello, a no pocas de esas feministas, les so­bran. A ellas y a sus hijas. Incluso de su entorno familiar más inmediato. Y para ello disponen de herramientas cuya eficacia ya ha sido probada: las denuncias falsas, el recurso a la fuerza estatal, la discriminación positiva ... y no faltan asociaciones bien subvencionadas que, si bien en muchos casos cumplen un excepcional papel social de apoyo a mujeres maltratadas y en otras situaciones de riesgo, impulsan esa progresiva exclusión de masculino en diversos ámbitos; empezando por el fami­liar. 
No. Ese feminismo, por mucho que digan, no es un femi­nismo de la igualdad, supuesto remedio de machismos trasno­chados y violentos. Es más: violenta la experiencia de toda la humanidad que nos ha precedido. Retornemos, el argumenta­rio del citado texto de Esparza: «Esto no tiene nada que ver con estructuras de producción ni con las peculiaridades étnicas, porque ocurre en todas las sociedades y en todos los tiempos, sino que es, insisto, un hecho de naturaleza, es decir, pura an­tropología. Sencillamente, los humanos somos así». 
Es un feminismo de la supremacía, de la revancha, de la violencia. Un feminismo segregador, sexista y de la venganza: verdadero hembrismo que trata de superar, en lo peor, a su pretendido rival machismo. 


20º Comentario de Filosofía: UNA REVOLUCIÓN ANTROPOLÓGICA EN MAR­CHA.




Una de las más significativas teóricas de esta ideología, Ali­san Jagger, afirma que la «humanidad podrá revertir final­mente a su sexualidad polimorfamente perversa natural». Y avanza que «La igualdad feminista radical significa, no sim­plemente igualdad bajo la ley ni tan solo igual satisfacción de necesidades básicas, sino más bien que las mujeres -igual que los hombres- no tengan que dar a luz». En consecuencia, «la destrucción de la familia biológica que Freud nunca visualizó, permitirá la emergencia de nuevos mujeres y hombres distin­tos de cuantos han existido anteriormente». 
Tales premisas prefiguran, pues, la revolución antropológi­ca que particularmente se está experimentando en la sociedad española, con la dimensión de un auténtico y pluridisciplinar laboratorio de ingeniería social, cuyo objetivo último es «supe­rar» la condición biológica con la que uno nace, introduciendo los medios materiales y culturales que desborden esa barrera - según esta ideología - al proyecto personal. 
Esta revolución de naturaleza antropológica -pues transgre­de la realidad biológica del ser humano desde una perspectiva puramente ideológica e irracional- quiere imponer corno máxi­ma aspiración individual la construcción de una identidad, in­dependientemente del sexo con el que se nace. Por tanto, la identidad sería el «género», y éste implica que cada ser huma­no emancipado y liberado «se haga» mujer, hombre, bisexual, transexual, homosexual, a capricho o supuesta necesidad; in­cluso en varias ocasiones a lo largo de la vida, si las técnicas médicas lo facilitan. 
En palabras de la portavoz del Foro de la Familia y orien­tadora familiar Arnaya Azcona, «la cultura posmoderna niega que la familia sea una realidad natural y la explica corno una convención social para cumplir las funciones que la sociedad le asigna y que, por tanto, no está sometida a una juridicidad pro­pia y que es posible considerar familia lo que en cada momento sea más práctico para la sociedad en la que se encuentra.» ( ... ) Deconstruir es resignificar los conceptos, vaciarlos de significa­do y darle uso nuevo. El feminismo primero y posteriormente la ideología de género han tenido un papel muy activo en la resignificación de los conceptos: hombre, mujer, sexualidad, matrimonio, familia, paternidad, maternidad, fraternidad. Conceptos que afectan a las relaciones familiares y al núcleo de las identidades personales». Así, se han redefinido en par­ticular legalmente, «la relación esponsal, la conyugalidad, las relaciones sexuales, la filiación, la paternidad, la maternidad. 
La agenda de ingeniería social impulsada por esta ideolo­gía pretende, en fases sucesivas, acabar con el dominio del hombre - denominados despectivamente como «patriarca­do» y «machismo» - sobre la mujer. El primer paso ha sido el control por las mujeres, sin dar cuenta a los hombres, de la reproducción, incluyendo el aborto. La mujer, dueña de su cuerpo, es así propietaria del nuevo ser que, naturalmente o por técnicas de fertilidad artificial, llegue a engendrar libre y voluntariamente. Y, caso de que una mujer quiera interrum­pir el embarazo, no tiene por qué informar al padre de ello, pues no es quién para impedirlo; decidiendo la mujer sobre el futuro del niño y del propio padre. De ahí ese sentimiento de «propietaria y hacedora» de la vida de tantas mujeres. El pa­dre, en consecuencia, no puede decidir ni en un sentido ni en otro. Si un hombre golpea, aún accidentalmente, a una mujer embarazada, se enfrenta a responsabilidad penal y civil por daños a madre y niño. En este caso, pues, no se trata al niño por nacer como mero «agregado de células», susceptible de ser abortado unilateralmente por la madre. Contradicciones, en suma, de los defensores del aborto, pero, curiosamente, siempre en detrimento del padre ... y del ser humano en cier­nes. Toda esta situación de absoluto y exclusivo control por parte de la futura madre, de llegar a serlo, se prolonga a lo largo de toda la vida del agregado de células, feto o niño, según decisión de la madre. Por el contrario, el padre, única­mente tendrá el papel y afecto que la madre le conceda; apar­te del económico. Y, llegados a este punto, mencionemos los contundentes casos de estafa que supone la paternidad legal de padres engañados, ignorantes de que otro varón es el bio­lógico. Así, se han emitido sentencias en España en las que se ha obligado al supuesto padre engañado al abono de todas las responsabilidades económicas devengadas hasta ese mo­mento; acreditado ya por pruebas y admitido judicialmente. De este modo, se elimina por la fuerza la supuesta relación de injusticia estructural de naturaleza «machista», volcándola en otra de carácter simétrico y «hembrista». 
En esta evolución que estamos describiendo, es decisiva la implantación intelectual, positiva y en el plano de las costum­bres, del denominado «derecho a la salud sexual y reproducti­va», entendido corno la más efectiva modalidad de liberación de la mujer; separando la maternidad del cuerpo femenino, mediante métodos contraceptivos, la esterilización y el aborto. Pero también, mediante las técnicas de inseminación artificial, eliminando la paternidad conocida. 
Por último, desde esta práctica de género, se eliminan las ataduras y desigualdades sexuales, nivelándose la heterosexua­lidad, la homosexualidad, la bisexualidad y la transexualidad. De ahí su confluencia con los intereses del lobby gay. 
Estos lobbys -radical/feminista y gay- han recorrido un lar­go camino. De entrada, desde medios intelectuales, descalifi­cando las relaciones entendidas corno normales, desvelándo­las fruto del conflicto familiar y la lucha de clases. Después, racionalizando y propagando las motivaciones ocultas de esa injusticia y las circunstancias que lo han permitido. Por últi­mo, imponiendo una alternativa a esas situaciones injustas, mediante campañas de adoctrinamiento, cambios legales ... y persecución de los disidentes. 

Esta agenda ha provocado algunas resistencias sociales en España y otros países, generando muy concretos espacios de confrontación. Es el caso de la conflictividad en torno al deno­minado Síndrome de Alienación Parental (SAP), la lucha por la custodia compartida y la polémica dialéctica «violencia de género/violencia doméstica». Y por lo que se refiere a casos per- sonales concretos, mencionaremos el «caso Diego Pastrana», el reciente proceso estaliniano al diputado de UPyD Toni Cantó, las sanciones a diversos «disidentes» de la judicatura (Fernan­do Ferrín Calamita, María Jesús García Pérez, Francisco Serra­no y María Sanahuja) y, por último, el del célebre investigador anglosajón feminista, Murray A. Strauss. Asuntos, todos ellos, acreedores de un estudio específico, acreditativo de la aparen­temente irreversible implantación de la agenda de género. 
En suma, es un cambio revolucionario, pues implica un cambio artificioso en la autocomprensión del sujeto individual en su propia naturaleza y en sus relaciones con los demás: pa­dres, de tenerlos y en la modalidad que sea, sus iguales, las au­toridades, los colectivos sociales, valores, expectativas vitales ... y esta revolución puede llegar a extremos realmente grotescos. Así, la radicalización ideológica ha llevado a grupos de feminis­tas a propugnar, practicar y limitar su sexualidad, a unas rela­ciones íntimas exclusivamente con otras mujeres, de ahí que se le denomine «feminismo lesbiano» o «lésbico»: determinando, como auténtico dogma de fe, que en el plano físico éstas rela­ciones sexuales deben desarrollarse posicionadas ambas muje­res en paralelo, para evitar cualquier posición de superioridad física que pudiera reproducir roles machistas ... No en vano, la intelectual feminista Kate Millet afirmaba que «la mujer que se acuesta con un hombre lo está haciendo con su enemigo». 

De esta revolución antropológica se derivan múltiples con­secuencias prácticas, además de las resistencias reseñadas: 
1.- Institucionalización de un enfrentamiento permanente entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de la sociedad, especialmente en el seno familiar; con la inevitable manipu­lación de los hijos en aras de conseguir su posicionamiento frente al otro. 
2.- Destrucción de la personalidad masculina, mediante los mecanismos psicológicos y sociales del sentimiento de culpa y de inferioridad, al objeto de invalidarlo para el ejercicio de la autoridad familiar, causa de todos los males para el feminismo radical; violentando igualmente la afectividad y expresiones masculinas en aras de un hipotético y aceptable «componente femenino del varón». 
3.- Sometimiento de la mujer a un nuevo régimen patriarcal -el de la protección de un Estado en deriva totalitaria- ante las potenciales agresiones físicas y emocionales de los hombres. 
4.- Eliminación de los sentimientos naturales de intimidad y pudor, banalizando la sexualidad; al ser entendidos por la ideo­logía de género como subproductos culturales de base religiosa al servicio de la dominación machista. 
5.- Extensión, como alternativa patológica a los fracasos afectivos, de las dependencias: juego, pornografía, drogas, sexo compulsivo (especialmente entre los varones), consumís­mo desenfrenado (entre las mujeres, pero de manera crecien­te, también entre los varones), etc. A destacar en esta área, la medicalización extensiva de buena parte de la población, es­pecialmente la femenina, mediante psicofármacos; sustitutivos del desamor y los crecientes índices de infelicidad femenina hechos públicos en recientes estudios demoscópicos especial­mente en el Primer Mundo. 
6.- Extensión del daño moral y la confusión personal espe­cialmente entre los jóvenes; carentes de referentes masculinos netos. A los que, por otra parte, se propone la experimentación sexual con parejas del mismo sexo, así como la anticipación temprana y la acumulación de contactos sexuales, como méto­dos de autoconocimiento personaL 
7.- Transformación de la mujer, desvinculada de la mater­nidad, en mano de obra al servicio de los grandes intereses económicos transnacionales, al potenciar el trabajo fuera del hogar como referencialmente adecuado a su potencial creci­miento e instrumento de su liberación. 
8.- Desprecio de la natalidad, acorde con los proyectos neomalthusianos de poderosos lobbys internacionales, como la Fundación Rockefeller y los nuevos filántropos antinatalistas como Bill Gates; con la consiguiente indiferencia ante el eviden­te envejecimiento de la población mundial -especialmente en Occidente, pero también en Argentina, Japón, Corea del Sur y China- derivado de la suma de los planteamientos anteriores. 
La ideología de género, por tanto, es un «diseño» que des­borda la naturaleza, el instinto de supervivencia de la especie y la razón humana.