miércoles, 19 de agosto de 2009

Libro del mes (agosto 2009). Título: A la sombra de un silencioso lugar de exterminio.

Este libro lo hemos elegido para demostrar que resistir es mucho más terrible y difícil que rendirse, pero tiene un premio incontestable: prolongar la vida. En él se narra una historia de tenacidad y de perseverancia durante uno de los genocidios más sangrientos que ha visto la humanidad.
El libro que publicamos este mes pertenece a Sam Sotha que fue uno de los miles de camboyanos forzados por los jemeres rojos a abandonar la capital del país para ser explotados en el campo. En 1982 se instaló en Estados Unidos. Sotha se convirtió en un destacado defensor de los refugiados y en un activo líder político.
Actualmente, trabaja como asesor del Primer Ministro de Camboya defendiendo los intereses de su país.
En Abril de 1975, en Camnboya, el régimen de Pol Pot expulsó a cientos de miles de personas que vivían en Phonom Penh, y las obligó a trasladarse al campo para someterlas a trabajos forzados en un escenario de opresión y brutalidad. Sam Sotha y su mujer, Sony, fueron víctimas de los jemeres rojos, que durante cuatro años torturaron y explotaron al pueblo camboyano, y que acabaron con la vida de más de tres millones de personas.
El libro de San Sotha son el testimonio de estos años de martirio, y de esperanza, y de su combate diario por seguir viviendo a pesar de las innumerables atrocidades cometidas contra ellos y el resto del pueblo jemer.
Leamos algún fragmento:

«Vosotros, la "gente nueva", tenéis que olvidaras de vuestros coches o de vuestras casas de Phnom Penh. Limpiad vuestros corazones y vuestras mentes. Imitad a la "gente vieja" de las zonas libres. Sé que muchos de vosotros pensáis que no deberíais arar, cosechar arroz o realizar trabajos duros porque pertenecíais a las clases sociales más altas. Antes despreciabais a la gente de campo como nosotros, pero ahora estáis desamparados .. Nuestra guerra es una guerra de clases. Acabaremos con todo aquel que explote a las clases más bajas. Antes la clase explotadora estaba en contra de la clase explotada. Los explotadores teníais dinero, erais inteligentes y los funcionarios sólo vivíais por y para vuestras oficinas. En las ciudades había mucha gente pobre y mendigos, pero vosotros no les prestabais atención porque no tenían dinero. Por todo 10 que acabo de decir los explotadores deben desaparecer».
Ta Mok continuó: «La confusión que reina en la ciudad, la inflación, el terrorismo y las bombas son parte de nuestro cometido. El gobierno de Lon Nol era cada vez más débil. Nuestras fuerzas armadas han surgido del ímpetu de nuestra gente. Ellos eran los hijos e hijas de nuestra "gente vieja", la clase explotada. No son intelectuales y efectivamente son jóvenes, pero son inteligentes. Lon Nol no ha sido capaz de vencernos. Pero vosotros, la "gente nueva" no debéis asustaras. Tenéis que estar con nosotros, no contra nosotros. Como veis, en nuestras tierras reina la paz pero nuestra gente sigue yendo armada. El poder del gobierno del Angkar es absoluto. El proletariado tiene todo el poder. Respetadlo o, si no, los traidores serán asesinados con esas mismas armas que veis».
Mi mujer y yo estábamos asustados, pero también muy enfadados por aquellas palabras. Mi mujer susurró:
-Tranquilo. Tenemos que escuchar y ser precavidos.

El discurso continuó:
«Nuestra política es la siguiente: aquellos que trabajan comerán; los que no trabajan no comerán. Siempre se tendrán en cuenta sus capacidades y sus necesidades».
Nosotros, la «gente nueva», nos miramos fijamente los
unos a los otros. '
«Nuestro régimen no quiere intelectuales, ni gente con diplomas o burócratas. Nuestros hijos pueden hacer todo 10 que quieran por ellos mismos gracias al poder de la autodeterminación, la auto organización, el autogobierno y la autorrestauración. Hay que destruir la propiedad privada. No habrá más terratenientes. La tierra y la riqueza son del Estado, de la gente del gobierno del Angkar. ¡Abajo la propiedad privada! Obedeced al gobierno del Angkar. Haced todo 10 que se os diga».

2. El establecimiento del socialismo
Ta Mok continuó: «Amad el socialismo. Aceptad su régimen. Trabajad duro y aniquilad a los traidores que se esconden entre la gente. Cuidad el material que os ofrecemos porque si 10 rompéis os convertiréis en un enemigo más. En nuestro país somos siete millones de personas. Si cada uno rompiese una cuchara o un plato al día, ¿cuál sería el resultado al cabo de un año?».
-Qyé idea más materialista -le dije a mi mujer. Ella me
susurró de nuevo: -No hables así. Él continuó:
«Desde 1977 se come en una cocina comunitaria. Sólo habrá una cocina por cada comuna. En ninguna cabaña se puede hacer fuego o humo. Todos los platos, los boles, las cucharas o los trapos los tenéis que dejar en su sitio. Aquellos que no obedezcan las normas serán castigados. Nuestra revolución es