miércoles, 5 de mayo de 2010

Libro del mes (mayo 2010)"El mito del hombre nuevo".

El autor del libro, Dalmacio Negro Pavón, fue catedrático de Historia de las Ideas y Formas Políticas en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente, es catedrático emérito de Ciencias Políticas en la Universidad CEU San Pablo. Es miembro numerario de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Entre sus muchas obras publicadas, destacamos este libro donde el autor hace un análisis del mito del hombre nuevo como sustentador del dogma fundamental de la mentalidad del siglo XXI.
Veamos un fragmento de dicha obra:


"La época de la desfundamentación."

"Si el europeo ha perdido la realidad, lo que conlleva la pérdida del sentido de la vida, débese a que, como decía Zubiri, nuestra época es un tiempo de desfundamentación. Esto viene de atrás. En el plano intelectual, el imperio de los teólogos había dejado paso al de los juristas con el auge del Estado: silete theologi in munere alieno!, [callaos teólogos en el ámbito ajeno!
El movimiento de desfundamentación comenzó con el artificioso contractualismo hobbesiano, que transformó la teología en teología política. Con Hobbes, un humanista que hizo del poder humano el único medio de salvación en este mundo, el humanismo empezó a crear -cons­truir- sus propios mitos, como los de la Sociedad y el Estado. El contractualismo alcanzó su forma más radical con Rousseau. Y puesto que la metafísica también se había alejado paulatinamente de la teología, al final, Kant la desfundamentó por completo.
Kant aniquiló la ontología, para lo que fue decisivo la negación del con­cepto metafísico de «substancia». A pesar del esfuerzo de Hegel por volver a fundamentar la metafísica en la teología, en el vacío que le siguió se instaló la religión secular.

La religión civil de Rousseau fue probablemente, la primera ateología de la nueva religión: en ella es central el mito del ciuda­dano, el citoyen, como un hombre renovado. Esa religión se asen­tó en el hueco creado por la revolución, coherente con el que dejó la filosofía kantiana al liquidar la tradición metafísica. A la verdad, afluían asimismo a ese vacío otras tendencias más subterráneas a las que dio rienda suelta la Gran Revolución, una mutación histórica que preconizó un tiempo enteramente nuevo, el primer intento de crear una nueva civilización desvinculada de la histórica o tradicio­nal europea.

En el mundo histórico-político en el que irrumpía vigorosa­mente el estado social democrático, la ateología política hizo del hombre nuevo un mito profundamente revolucionario. La misma idea de democracia se llenó del pathos religioso de la religión secu­lar. El concepto «naturaleza humana» devino entonces abiertamen­te polémico debido a su uso político implícito o explícito para jus­tificar el mito del hombre nuevo. Dostoievski se dio cuenta de que esto podía acabar con todo, incluyendo al ser humano, y Nietzsche sacó la consecuencia.