sábado, 8 de marzo de 2014

Libro del mes (marzo 2014): Aben Massara



El autor del libro es Don Miguel Asín Palacios, académico español. Esta obra trata de los orígenes de la filosofía musulmana en España.

Veamos un fragmento de la misma:


EL PENSAMIENTO MUSULMÁN ESPAÑOL EN LOS TRES PRIMEROS SIGLOS

"La historia del pensamiento filosófico-teológico en la España musulmana es un trasunto fiel de la cultura islámica oriental, sin nexo alguno, positivo y demostrado, con las tra­diciones indígenas. Cuanto se ha declamado en pro de la su­pervivencia y transmisión de la ciencia visigótica al islam español, carece de base documental. El toledano Sáid, histo­riador juicioso y sereno de las ciencias y de la filosofía, que conoce a fondo las influencias enormes ejercidas sobre el islam por las civilizaciones antiguas y que jamás oculta por vanidad religiosa los préstamos cuantiosos que los filósofos musulmanes tomaron de la ciencia helénica, de la egipcia y de la persa, al estudiar los orígenes de la filosofía de su pa­tria, con un cariño y detención no comunes, traza este seco bosquejo:

«En los primeros tiempos, España estuvo vacía de ciencia; ninguno de sus naturales se hizo célebre por este tí­tulo. Sólo hay memoria de que existían, en algunas regiones, antiguos talismanes, obra de los reyes cristianos, según se creía unánimemente ..... Y así continuó, falta de estudios filosó­ficos, hasta que la conquistaron los muslimes.»
Y añade que, después de la conquista, tampoco hubo filósofos y hombres de ciencia hasta muy entrado el siglo III de la Hégira.
Los nombres de Séneca o de San Isidoro, glorias de la España anteislámica, le son en absoluto desconocidos, cuando tan al pormenor conocía, no sólo los nombres, sino las obras y las ideas de los sabios griegos, persas ó cristianos, extraños á su patria y a su religión. El cordobés Abenházam, eruditísimo historiador de las religiones, que dominaba como pocos la literatura bíblica cristiana y que parece más enterado que otros de las doctrinas de la iglesia española, sólo cita una vez a San Julián, y la falsedad de la cita denuncia que no cono­cía sus obras; en cambio le eran familiares los nombres de teólogos cristianos del Oriente . Es que la tradición indí­gena se había roto, sin empalmar con el islam.
Para mí, esta solución de continuidad tiene su principal causa en la pobreza filosófica del caudal visigodo: aquella cultura esencialmente bíblica, cuyas fuentes primordiales eran las obras de algunos Santos Padres, y que ignoraba la parte más sugestiva de la enciclopedia griega, la metafísica, no podía infundir en el islam español el espíritu filosófico que las civilizaciones siriaca, egipcia y persa transmitieron al islam oriental. Ni ¿cómo había de comunicar a los extraños lo que a los propios no pudo transmitir? Porque la literatura mozárabe, con su palpable decadencia, es un testimonio in­concuso de la pobreza filosófica de sus predecesores: en vano se buscarán en las obras de los más grandes escritores mo­zárabes el nervio dialéctico y la sutil delicadeza del análisis que brillan en la escolástica medieval; los problemas teoló­gicos se demuestran a fuerza de textos bíblicos, cuyo sentido se consulta a los Santos Padres; hasta el estilo ampuloso, re­tórico, amanerado, denuncia que aquellas obras son el fruto caduco y averiado de una civilización decadente."