miércoles, 30 de diciembre de 2009

Libro del mes (enero 2010): La revolución francesa. Autor: Pierre Gaxotte


Pierre Gaxotte (1895-1982), historiador, columnista durante cuarenta años en el periódico "Le Figaro" y miembro de la Academia Francesa, se dedicó a estudiar el Antiguo Régimen y la Revolución francesa. Este libro que comentamos lo escribió en 1928 y fue calificado de libro-bomba por su fuerza para demoler el mito de la revolución francesa.
Para nosotros, estudiantes de filosofía, es una invitación a la reflexión sobre las revoluciones, la lucha por el poder y el final de muchas de ellas como una utopía de sangre y matanzas. Veamos algún fragmento de dicha obra:

"en dos comités de doce miembros reelegidos mensualmente: el Comité de Salud pública, para todo lo que concierne a la guerra, la diplomacia, las subsistencias, las leyes revolucionarias: el Comité de Seguridad general, para la policía y la justicia. El detalle de la administración queda abandonado a los ministros; más tarde, después de su supresión, a simples comisiones ejecutivas enlazadas con el Comité de Salud pública. Para asegurar por completo la unidad de la República, la Convención envía a los departamentos y a los ejércitos algunos de sus miembros que, bajo la denominación de «representantes comisionados», están encargados de pulsar el espíritu público, de inspeccionar la conducta de los generales y de depurar e inspirar los poderes locales. Los representantes se comunican con la Convención por intermedio del Comité de Salud pública, que tiene derecho a destituirlos. A los procuradores electos de los distritos y de los ayuntamientos se los reemplaza por agentes nombrados por la Convención y responsables ante ella. Se suprimen los procuradores-síndicos de los departamentos y se deja en suspenso la renovación de los ayuntamientos (4 de diciembre).
El EstadoComunista es ahora agricultor, tendero, sastre, armador e industrial y no puede contentarse con las modestas administraciones de antes. A los seis ministerios se añaden veinte servicios nuevos, de donde salen otros cien. Hay comisarios de bienes nacionales del primer origen (bienes eclesiásticos), comisarios de bienes.nacionales del segundo origen (bienes de los emigrados),comisarios de requisa de caballos de lujo, comisarios de vestuario, comisarios de acaparamientos, comisarios de la cosecha y de la fabricación del salitre, comisarios_del censo, del catastro, y de las requisas, comisarios de estadística, de subsistencias, de transportes, una agencia de comercio exterior, misiones de compra en el extranjero, recaudadores de impuestos

revolucionarios sobre los ricos, una policía inmensa, un ejército de observadores, de guardianes de precintos, de vigilantes sospechosos,de gendarmes, de carceleros, y en fin, un ejército revolucionario destinado a apoyar las requisas: tres mil infantes y mil doscientos artilleros sólo para la región de París.

- 26 de febrero (8 ventoso), Saint-just proclamaba en la Convención la necesidad de terminar la revolución social por medio de una nueva distribución de la riqueza".



EL TERROR COMUNISTA

"La opulencia está en manos de un gran número de enemigos de la Revolución; las necesidades ponen al pueblo bajo la dependencia de sus enemigos. ¿Se concibe que pueda existir un imperio, si las relaciones civiles vienen a parar a manos de los que son contrarios a la forma de gobierno? Los que hacen la revolución a medias no hacen más que cavarse una tumba ( ... ). Los bienes de los conspiradores están ahí para los desgraciados. Los desheredados son las potencias de la tierra".
"Inmediatamente la Convención decreta que los bienes de las personas enemigas de la República sean confiscados y distribuidos entre los patriotas indigentes». El l3 de marzo un nuevo decreto ordena, el establecimiento inmediato de dos listas complementarias de los sospechosos que han de ser expropiados y la de los sans culotte que han de ocupar su lugar. .
.
«Personas enemigas de la República»: la calificación era bastante vaga; cierto es que existía la ley del 17 de septiembre que reputaba sospechosos no sólo a los ex nobles y a los parientes de emigrados, sino también a todos aquellos que por sus palabras, sus acciones o su abstención, se habían mostrado enemigos de la libertad. Esto no era suficiente, el 13 de marzo se declaraba traidores a la patria y merecedores de la muerte a todos los que hubieran excitado inquietudes respecto a las subsistencias, tratado de corromper el espíritu público o preparado un cambio en la forma de gobierno. El 16 de abril, un decreto condenaba a ser enviado a la Guayana a todo individuo que, viviendo sin trabajar, estuviese convicto de haberse quejado del régimen.
En fin, el 10 de junio la famosa ley de prairial formalizaba la lista completa de los crímenes castigados con la confiscación y con la pena capital. Como dice un sabio profesor: «la emoción fue muy viva»; había motivos.para ello: la lista era tan grande que todos los franceses podían considerarse prometidos a la guillotina.
Son en efecto, considerados como enemigos del pueblo y condenados al cadalso los que hayan tratado de envilecer y disolver la convención nacional el gobierno revolucionario' (por lo tanto, los monárquicos y los moderados); los que hayan tratado de impedir los
aprovisionamientos, (por lo tanto, los agricultores y los comerciantes remisos a las expropiaciones, los obreros opuestos al máximum de los salarios; los que hayan perseguido y calumniado a los patriotas (todos los enemigos de los jacobinos)los que hayan difundido noticias falsas(las comadres) los que hayan tratado de extraviar la opinión o de inspirar desaliento (todos los descontentos)".