martes, 3 de enero de 2012

Libro del mes (Enero 2012). "Europa y su destino".

El autor del libro es Dominique Venner. Dirige la Nouvelle Revue d,Histoire. Ha publicado un gran número de libros. En este libro, en concreto, contempla elpasado y el futuro de Europa: el fin del sueño americano, el renacimiento de Rusia, el desenfreno de la técnica y el callejón sin salida de un crecimiento ilimitado.

Veamos un fragmento del libro:

"En Europa los sueños hedonistas y el fin provisional de la historia no pueden aislarse de un discurso público alimentado por
el mito del «dulce comercio» teorizado antaño por Adam Smith, al mismo tiempo que era rebatido por su joven amigo Friedrich List.

Estas dos figuras del pasado, Adam Smith y Friedrich List, siguen encarnando en nuestros días dos concepciones opues­tas de la economía y la sociedad, aunque coincidan en la necesidad del mercado, a diferencia de Marx y sus epígonos. Estas dos concepciones implican dos políticas y dos tipos de sociedades totalmente distintos, que vemos funcionar en el mundo actual. Adam Smith (1723-1790) fue el padre intelec­tual del mundialismo anglosajón, sistema que impera en el llamado «mundo occidental», es decir, en el mundo bajo la influencia americana. El otro, Friedrich List (1789-1846), ideó una economía política continental que inspira hoy en día las opciones de China, de la Rusia nacional y de todas las poten­cias deseosas de librarse de la hegemonía americana.
Adam Smith nació en Escocia en 1723. Viajando por Fran­cia, se unió a los fisiócratas. En 1776, coincidiendl asombrosamente con el año de la Revolución Americana, ter­mina su gran obra, Investigación sobre la naturaleza y causas de ­riqueza de las naciones, que le convertirá en el teórico de la eco­nomía liberal sin fronteras. Para Smith, discípulo del utilitarismo de Hobbes en ese tema, el motor psicológico de toda la actividad económica es el egoísmo y el principio hedo­nista, los cuales impulsan a los hombres a la búsqueda de máxima satisfacción con el mínimo esfuerzo. Al intentar satis­facer su interés individual, los actores económicos trabajan una riqueza global de la que se beneficia toda la sociedad. Además, Smith afirma que la eficacia del «dulce comercio está asegurada por el principio de la «mano invisible», la cual per­mite un ajuste espontáneo entre oferta y demanda, triunfando a la vez sobre las crisis inherentes al capitalismo. Adam Smith cree en el carácter bienhechor de la actividad económica y en la búsqueda individual de la riqueza. Anticipándose a la inter­pretación de Max Weber, piensa que ésta ejecuta los designios de la Providencia. El Estado debe, pues, «dejar hacer, dejar pasar>. Yendo más allá, Adam Smith justifica el libre inter­cambio internacional que conviene a unas potencias marítimas y comerciales como Gran Bretaña y, más tarde, Estados Uni­dos.

En la generación siguiente, el economista alemán Friedrich List coincide en parte con Smith. Sólo en parte. En efecto, es partidario de la economía de mercado aunque en el marco de una política de grandes espacios protegidos, lo que le lleva a defender la abolición de las barreras aduaneras entre los Esta­dos alemanes (Zollverein). Habiendo hecho fortuna en Estados Unidos, se convierte en el pionero de la construcción de los ferrocarriles alemanes. Arruinado por una crisis financiera, se suicida en 1846. En sus escritos, no teoriza sobre la autarquía sino sobre el proteccionismo de los grandes espacios: una eco­nomía protegida en el ámbito exterior y liberal en el interior. A diferencia de Adam Smith, no cree en el enriquecimiento mutuo de las naciones por medio del «dulce comercio», sino en perpetuos conflictos económicos entre potencias rivales. Su principio: una economía fuerte (protegida) y un ejército fuerte, será el aplicado por las grandes potencias, incluido Estados Unidos, quien se esforzará en prohibir este privilegio al resto del mundo".

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