miércoles, 26 de diciembre de 2012

Libro del mes (diciembre 2012): Motivos de la España eterna.



El autor de este libro es José Corts Crau, catedrático del Derecho en la Universidad de Valencia en 1941.
El libro es un fervoroso alegato en defensa de una Patria Grande.Veamos un fragmento del mismo:


"¿Confundiremos otra vez la convivencia con la conllevancia?

Sólo la anemia del sentimiento nacional explica que un agudo maestro propusiera, como modus vivendi, el conllevarnos: los huesos de Kant debieron de derretirse de gusto. Tan sólo esa anemia explica el modo rutinario con que le ofrecemos a la Patria nuestros hijos, la degeneración en frío requisito bu­rocrático de lo que debiera tener rito y efusión cuasi bautismal.
Los mismos conceptos reconquistables de Patria, Nación y Estado han de interpretar lo temporal en función de lo eterno. La eternidad no se mide con me­didas de tiempo; pero el tiempo se concierta con la eternidad. Nuestro ser vive transvasado de eternidad, y en los trances culminantes -no precisamente los más aparatosos- de nuestra aventura vital, lo tempo­ral y lo eterno laten isócronos en nuestro corazón.
Hay una comunión de la Patria, como hay --con las debidas salvedades- una Comunión de los San­tos. La grandeza de los pocos pasa a ser patrimonio de todos, la aureola del héroe cede una chispa de su resplandor al apocado, incluso las glorias de un siglo vienen a proyectar un eco de su fama en los decaden­tes. Pues bien, esa proyección sería imposible si en la Patria no hubiera huellas y horizontes supraterrenos: sólo en la inmensidad de Dios navegan y anclan y vi­ran dignamente estas naves que son las naciones.

Por eso la raíz del patriotismo no es el orgullo de casta, ni el odio allende las fronteras, ni la ambición, ni el apego sensible a nuestras cosas, sino la capacidad de abnegación y sacrificio. Y así como los místicos juzgan naderías las grandezas del siglo y van desde­ñando impertérritos en su camino de perfección un sinfín de deliquios y fervorcillos que gentes menos avi­sadas toman por prenda segura de santidad, así nos­otros en este instante decisivo de nuestra historia de­bemos desdeñar todo afán y lucro que no mire de al­gún modo al espíritu. En estas raíces hay que buscar la dignidad y la verdadera riqueza: lo demás, como se nos dió siempre, se nos dará por añadidura."



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