domingo, 20 de octubre de 2013

19º Comentario de Filosofía: INGENIERÍA SOCIAL.




Para alcanzar ese programa (comentario 18º) es prioritario «deconstruir» los roles asignados al hombre y a la mujer, por considerarlos injustos y contrarios a la verdadera liberación personal; de modo que el sexo biológico también sería una barrera a superar en aras del «género» liberador. En consecuencia, la procreación se subordina al proyecto de «construcción» personal, a la elabo­ración individual y libérrima del propio género, vinculándose a nuevas formas de agregación pseudofamiliar y facilitándose lo anterior mediante novedosas técnicas artificiales. Igualmente, la filiación se independiza de los roles naturales de maternidad/paternidad. Lógicamente, el Estado, con todos sus medios, debe ponerse al servicio de esta agenda de liberación personal y co­lectiva: educación, medios de comunicación, legislación posi­tiva, servicios sociales, policía, magistratura. Tal despliegue de medidas constituye la que podemos denominar «agenda de la perspectiva de género» que ejecuta con precisión de cirujano la «ingeniería social». 

El jurista y magistrado José Luís Requero Ibáñez afirma que «Para tal ideología el género tiene una dimensión ante todo cul­tural independiente del sexo, ajena a la naturaleza de la per­sona. La sexualidad no es constitutiva sino optativa: no se es ni hombre ni mujer, se opta por ser hombre o mujer porque ser hombre o mujer forma parte de "roles socialmente cons­truídos» . Más adelante, recuerda que Rebecca Cook declaró en la antes mencionada Cumbre de Pekín que «los sexos ya no son dos sino cinco y por tanto no debería hablarse de hombre y mujer, sino de mujeres heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres heterosexuales, hombres homosexuales y bisexuales». Todas las medidas propuestas y adoptadas en aplicación de di­chos presupuestos serían, según su criterio, «fiel exponente de la guerra ideológica en la que estamos sumidos; es una guerra cultural, de conquista del sentido común, de conquista de la percepción y comprensión de la realidad y de la verdad sobre la persona. En lo jurídico, esta guerra llama a la acuciante necesi­dad de reinstaurar nuestros ordenamientos sobre postulados de Derecho natural frente a postulados de Derecho "antinatural». y se pregunta si, en coherencia con semejantes axiomas, puede legislarse desde la mentira. 
El jurista Jesús Trillo-Figueroa responde afirmativamente: «uno nace biológicamente hombre o mujer, y por tanto la naturaleza humana da lugar a personas con condición sexuada. Pero esto no les importa a las ideolo­gías. y se puede legislar sobre una falsedad, como se ha hecho en España desde 2004. No sólo fue el programa máximo del pre­sidente Zapatero, sino que sigue ahí . Y el propio Requero sus­cribe dicho juicio, ya al término de su trabajo, afirmando que «Las consecuencias de hacerlo están ahí: el ordenamiento jurí­dico es un ecosistema por partida doble; en sí mismo, porque al alterarse la lógica de una institución jurídica -por ejemplo, el matrimonio- produce consecuencias en todo lo que rodea a ese instituto jurídico y, en segundo lugar, porque el destinatario de la norma es la persona y hay una ecología humana. Cuando el ecosistema humano se contamina, los daños saltan a la vista en términos de dolor, muerte, pérdida de derechos, etc.». 
Para conseguir sus objetivos, la ideología de género ataca conscientemente -y desde todos los frentes posibles- a la fami­lia, pues es en tal espacio donde la persona aprende a relacio­narse, a interiorizar los roles familiares y sociales, a experimen­tar la religión; en definitiva, se integra en el orden natural de las cosas. La familia, que despectivamente califican como «tradi­cional», según su criterio, no sólo esclaviza a la mujer, sino que condiciona a los hijos, quienes «viven» que familia, matrimonio y descendencia son factores naturales y decisivos en su manera de afrontar el mundo; una experiencia «alienadora» a erradicar. 
Vemos, por tanto, que esta ideología parte de unos iniciales postulados marxistas, de modo que inevitablemente pretende el poder como instrumento de la revolución antropológica que -en última instancia- persigue. No obstante, dado que el control del poder cultural debe preceder, desde su perspectiva, al control del poder político, esta ideología venía trabajando, con anterio­ridad a los gobiernos José Luis Rodríguez Zapatero, desde la acción de sus lobbys feminista radical y gay. De ahí la progresiva elaboración e imposición de un neolenguaje, su decidida pene­tración en todos los niveles del mundo educativo y, acorde a los tiempos actuales, su voluntad de manipulación de los medios de comunicación, particularmente la televisión. Las diversas normativas discriminatorias «en positivo» de la mujer, elabo­radas en las últimas décadas, se basarían en estadísticas ma­nipuladas, cuando no falsificadas; que para ello ignoran, por ejemplo, la particular incidencia masculina en el suicidio, el mayor fracaso masculino en los estudios en general, etc. Todo ello se ha plasmado en un cuidadoso recorrido legislativo, es­tudiado particularmente, según veíamos, por José Luis Reque­ro Ibáñez, del que destacaremos, ahora, la perversa inversión de la carga de la prueba, y la práctica de un Derecho penal de autor, por definición, de deriva totalitaria. Esta revolución se ha servido de prácticas nocivas muy extendidas socialmente, como es el preocupante fenómeno de las denuncias falsas en el ámbito penal intrafamiliar (sobremanera, la denominada, desde una nomenclatura anglosajona, como «bala de plata»), y la implantación de una red parajudicial de supuestos servicios sociales, que sus detractores han calificado gráficamente como «industria del maltrato»; no en vano son muchas las colecti­vidades feministas que se benefician de la misma. Cuestiones todas ellas que requieren un trabajo específico. 

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