viernes, 20 de junio de 2008

4º Comentario de Filosofía.El hombre de las cavernas. Trabajo. 2ª Evaluación.

Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) es un escritor británico que cultivó el ensayo, la narración, la biografía, la poesía, el periodismo y los libros de viajes. Escritor clarividente y cautivador por su clara expresión, su coherencia y profundidad.
El texto que comentamos pertenece a su libro "El hombre eterno". En él, Chesterton nos narra el origen del hombre separándose de las interpretaciones evolucionistas. Veámoslo.
"La mayoría de las historias acerca de la humanidad comienzan con la palabra evolución y con una exposición bastante prolija de la misma...................Hay un algo de lentitud, de moderación y de gradual en la palabra y aun en la misma idea. De hecho, aplicada a los hechos primitivos, no resulta una palabra muy práctica o una idea muy provechosa. Nadie es capaz de imaginar cómo de la nada pudo surgir algo..........Realmente es más lógico empezar diciendo"En principio un poder inimaginable dio lugar a un proceso inimaginable". Pues Dios es, por su misma naturaleza, un hombre que encierra misterio, y a nadie se le ocurrió imaginar cómo pudo ser creado el mundo, cómo no se le pasó por la cabeza la posibilidad de que el mismo pudiera crearlo. Pero el término evolución no es realmente acertado para dar una explicación. Tiene la desgraciada cualidad de dejar en muchas inteligencias la impresión de que entienden todo, por lo mismo que muchos de ellos viven en un mundo ilusorio tras haber leído el Origen de las especies.
La idea de ese acontecer moderado y lento, como la ascensión de una ladera, constituye gran parte de la ilusión. Es algo ilógico, al mismo tiempo que una ilusión, pues la lentitud nada tiene que ver con el asunto. Un suceso no es más o menos comprensible en función del tiempo que tarde en producirse. Para un hombre que no cree en los milagros, un milagro lento será tan increíble como uno repentino. Con un simple toque de varita, Circe la hechicera podría haber convertido en cerdos a los marineros, pero no resultaría menos impacta te que un marino amigo nuestro fuera convirtiéndose paulatinamente en un cerdo con sus pezuñas y su rabo rizado.
A pesar de todo, es fácil encontrar en el análisis racionalista de la historia esta curiosa y confusa idea de que las dificultades se evitan o los misterios se resuelven atribuyéndolos a un lento transcurrir del tiempo o a la presencia de algún elemento dilatorio.
Ahora bien, para abordar estos problemas sobre la existencia del hombre primitivo, es necesario partir de su mismo espíritu. al recrear la visión de las cosas primitivas le pediría al lector que hiciera conmigo una especie de experimento de simplicidad. No me refiero a la simplicidad del ingenuo, sino a esa especie de claridad que percibe cosas que existen, como la vida, más que palabras, como la evolución.
De esta forma centraremos nuestra atención y se podrá hacer patente el resultado de todo el asunto. Todo lo que sabemos, puesto que no sabemos nada más, es que la hierba y los árboles crecen, y que suceden otras muchas cosas extraordinarias: existen unas criaturas extrañas que se mantienen en el aire por el batir de unas alas de formas fantásticas y variadas o que evolucionan con soltura bajo el peso de las poderosas aguas. Otras extrañas criaturas caminan a cuatro patas o, en el caso de la más extraña de todas ellas, sobre dos.
Teniendo en cuenta que el tema abordado aquí es de historia y no de filosofía, únicamente es necesario señalar, en este sentido, que ningún filósofo niega que exista un misterio ligado a las dos grandes transiciones que se dan en la historia de la humanidad: el origen del universo y el origen de la vida. La mayoría de los filósofos posee la suficiente clarividencia para añadir a éstos un tercer misterio, ligado al mismo origen del hombre. En otras palabras, se construyó un tercer puente sobre un tercer abismo insondable en el momento en que aparecieron en el mundo lo que llamamos entendimiento y lo que llamamos voluntad. El hombre no es un mero producto de una evolución sino más bien una revolución............................Hoy en día no es difícil encontrar, en cualquier novela o en cualquier periódico, innumerables alusiones a un popular personaje conocido como el hombre de las cavernas. su figura nos resulta bastante familiar, tanto en el aspecto público como en el privado. Su psicología constituye un serio objeto de estudio tanto para la novela psicológica como para los tratados médicos sobre la materia. Por lo que alcanzo a entender su principal ocupación en la vida consistía en golpear a su esposa o en tratar a las mujeres en general con cierta violencia. Nunca me he topado con ninguna evidencia que corrobore esta idea y no sé en qué periódicos primitivos o en qué procesos prehistóricos de separación pueden estar fundados.
Continuamente se arguye, sin ningún tipo de explicación o autoridad, que el hombre primitivo agarraba un palo y golpeaba a la mujer antes de llevarla consigo.pero que aquellas mujeres insistieran en la necesidad de ser golpeadas antes de consentir que las llevasen consigo sugiere una enfermiza actitud de abandono y modestia por parte de la mujer. Y vuelvo a repetir que no acabo de entender por qué, siendo el hombre tan rudo, la mujer habría de ser tan refinada. El hombre de las cavernas puede haber sido bruto, pero no hay razón por la que hubiera de ser más brutal que los animales. Y no parece que el idilio amoroso de las jirafas o los hipopótamos del río se llevara a cabo con alguna de estas trifulcas o peleas preliminares...
Resumiendo, estos detalles de la vida doméstica de las cavernas me dejan perplejo ante el dilema de una hipótesis revolucionaria o estática. Y me gustaría contar con alguna prueba de aquello, pro desgraciadamente no he podido encontrarla. Lo más curioso es ésto: que mientras diez mil lenguas chismosas de carácter más o menos científico o literario parecen hablar al mismo tiempo de este desafortunado individuo a quien se ha dado en llamar hombre de las cavernas, el único elemento razonable y relevante que nos permite hablar de él como hombre de las cavernas, curiosamente, ha sido olvidado...De hecho se han interesado por todo lo que se refiere al hombre de las cavernas, menos por lo que hizo en la cueva. Y existen pruebas reales de lo que allí realizó. Son bastantes escasas, como ocurre con todas las huellas de la prehistoria, pero guardan una relación directa con el auténtico hombre de las cavernas y su garrote.......
Lo que se encontró en la cueva no fue el garrote, el horrible palo ensangrentado, cubierto de tantas muescas como mujeres fueron objeto de algún impacto. La cueva no era la cámara de ningún sanguinario pirata, llena de esqueletos de esposas asesinadas, o abarrotada de cráneos femeninos, alineados y resquebrajados como si fueran huevos. Era algo que tenía poco que ver, de una forma u otra, con las frases modernas y las implicaciones filosóficas y literarias que lo complican todo para que no podamos entender. Si deseamos contemplar el verdadero escenario del amanecer del mundo tal como en realidad es, lo mejor será imaginarnos la historia de sus descubrimientos como una leyenda de la tierra de la mañana.
Convendría que los investigadores modernos relataran sus descubrimientos con el estilo narrativo sencillo de los primeros viajeros, evitando toda esa reata de largas palabras, llenas de connotaciones y sugerencias irrelevantes. Entonces sí que podríamos hacernos una idea cabal de lo que sabemos acerca del hombre de las cavernas,o en todo caso, de la cueva.
En la cueva, al ser iluminada tras una larga noche de incontables siglos, revela en sus paredes unos perfiles grandes y extensos de colores terrosos muy diversos. Y, al seguir las líneas de aquellos contornos, reconoce, a través de aquel vasto y vacío transcurrir de los tiempos, el movimiento y el gesto de la mano de un hombre. son dibujos o pinturas de animales; realizados no sólo por la mano de un hombre sino por la de un artista. Dentro de las limitaciones de lo arcaico, aquellos dibujos muestran la tendencia de una línea alargad, amplia y vacilante que todo hombre que haya dibujado o intentado dibujar reconocerá siempre; y que cualquier artista defenderá siempre ante la crítica del científico.. Allí se muestra patente el espíritu experimental y aventurero del artista, el mismo espíritu que no se arredra ante las dificultades sino que las afronta. Como esa escena del ciervo volviendo la cabeza, en un gesto familiar en el caballo. ¡ Cuántos pintores modernos tendrían dificultades para representar esta escena! Muchos otros detalles parecidos denotan el interés y el placer con que el artista debió de haber observado a los animales. en este sentido podríamos decir que se trataba no sólo de un artista sino de un naturalista; el tipo de naturalista que busca reflejar fielmente lo natural.
En cuanto que tales indicios del pasado nos inducen a pensar en un individuo humano, el personaje que se presenta a nuestros ojos es un personaje muy humano e incluso humanizado. No se trata ciertamente de un personaje inhumano, como la idea que defiende la ciencia popular. Cuando novelistas, educadores y psicólogos de toda clase hablan del hombre de las cavernas, nunca lo hacen basándose en ningún elemento que se encuentre realmente en la cueva. Cuando el novelista escribe:" El cerebro de Dagmar ardía en chispas y sentía el espíritu del hombre de las cavernas alzarse en su interior", los lectores se sentirían muy decepcionados si la reacción de Dagmar fuera sencillamente la de levantarse y ponerse a dibujar grandes figuras de vacas en la pared de su habitación. Cuando el psicoanalista describe a un paciente: "Los instintos ocultos del hombre de las cavernas le están incitando, sin duda alguna, a satifacer un impulso violento", no se refiere al impulso de pintar con acuarela o de hacer estudios concienzudos de cómo el ganado mueve la cabeza cuando pasta. sin embargo, sabemos por un hecho real que el hombre de la cueva hizo estas cosas humildes e inocentes y no tenemos la menor prueba de que se dedicara a hacer acciones violentas y feroces. en otras palabras, el hombre de las cavernas, tal y como se lo presenta habitualmente, es simplemente un mito o más bien un engaño,pues mito cuenta al menos con un perfil imaginario de verdad. Todos los modos de hablar actuales están impregnados de confusión y de equívoco, sin fundamento en ningún tipo de evidencia científica y con el único valor de servir como excusa para un humor muy moderno de anarquía....
Pero no es éste el aspecto que nos interesa de las pinturas o la principal conclusión que se ha de extraer de las mismas. se trata de algo muy superior y más simple, tan superior y tan simple que cuando lo exponga por primera vez sonará infantil.
Con una mirada infantil, por lo que se desprende de esas pruebas, se podría afirmar que un hombre había representado animales con tones ocres rojizos sobre la roca, lo que se podría deducir de la propia experiencia, cuando se ha dibujado animales en muchas ocasiones con carboncillo y pinturas rojas. Aquel hombre había dibujado un ciervo lo mismo que cualquiera había dibujado en alguna ocasión un caballo, porque era divertido. Aquel hombre había dibujado un ciervo con la cabeza vuelta hacia atrás, lo mismo que cualquiera habría dibujado un cerdo con los ojos cerrados, porque entrañaba dificultad.......En cualquier caso está claro que con una mirada sencilla no se encontraría ningún signo evidente que le hiciera pensar en el crudo evolucionismo; porque no existe ninguno. Si alguien dijera que todas las pinturas habían sido dibujadas por San Francisco de Asís movido por un puro y elevado amor a los animales, no encontraría nada en la cueva que pudiera contradecirle.
En cierta ocasión conocí a una señora que, medio en broma, me comentó que la cueva era una guardería en la que se colocaba a los bebés para que estuvieran seguros, y que los animales coloreados se dibujaron en las paredes para su entretenimiento.....Y, aunque esto no era más que una bromas, atrae la atención sobre algunas de las hipótesis que hemos esbozado sucintamente.
La cueva podría haber tenido una finalidad especial como la bodega; podría haber sido un santuario religioso, un refugio de guerra, el lugar de reunión de una sociedad secreta o cualquier otra cosa. Lo que está claro es que su decoración artística es más propia de una guardería que cualquiera de esas quimeras asociadas a la violencia y al temor anárquicos. Me imagino un niño en aquellas cuevas. Es fácil imaginarse un niño cualquiera, de nuestros días o de tiempos remotos, haciendo un gesto como tratando de acariciar aquellos animales pintados sobre las rocas.
Cualquier evolucionista podrá llegar hasta el interior del mundo, alejándose tanto de los hombres como la otra cara de la luna, y vislumbrar en aquellos helados abismos o en las colosales terrazas de la roca, dibujados en los débiles jeroglíficos del fósil, las ruinas de las dinastías perdidas de vida biológica: ruinas de sucesivas creaciones y de universos separados más que etapas en la historia de una sola creación. Encontraría las huellas de monstruos de formas increíbles, muy por encima de nuestros conceptos acerca de las aves y de los peces, moviéndose a tientas, agarrando y palpando la naturalezas con todo tipo de extravagantes extremidades: cuernos,lenguas o tentáculos; formando un conjunto natural de criaturas fantásticas, con sus garras, sus aletas o sus dedos. Pero en ningún lugar encontraría las huellas de un dedo que hubiera trazado una línea significativa sobre la arena.En ningún sitio encontraría señales de una garra que hubiera comenzado a rasgar,siquiera débilmente, la silueta de una forma. Sería algo tan impensable en aquellas huellas olvidadas por el paso de los siglos como lo es hoy en las bestias y pájaros que contemplamos....
Y esta es la sencilla lección que nos enseña la cueva de pinturas en la roca; una lección demasiado sencilla para ser aprendida. Es una verdad sencilla que el hombre se diferencia de los brutos en especie y no en grado, y la prueba es ésta: que suena a perogruyada que el hombre primitivo dibujara un mono mientras que tomaríamos a broma si nos dijeran que el mono más inteligente había dibujado un hombre. Existe una clara división y desproporción que además es única. El arte es la firma del hombre.
Esta es la sencilla verdad con la que debería comenzar realmente la historia de los comienzos de la humanidad. el evolucionista se queda pasmado en el interior de la cueva ante cosas demasiado grandes para alcanzar a distinguirlas y demasiado sencillas para alcanzar a entenderlas. Intenta deducir todo tipo de cosas dudosas o sin relación directa con los detalles de las pinturas, porque es incapaz de ver el significado primario del conjunto. Saca conclusiones estrechas y teóricas acerca de la ausencia de religión o la presencia de superstición; acerca del gobierno tribal, la caza o los sacrificios humanos, o quién sabe que otros asuntos.
De todo lo dicho, el hecho principal que se desprende de la impronta dejada por el autor de aquellas pinturas de renos o de otros animales, es que aquel hombre sabía dibujar, mientras que el reno no......Si se tratara del resultado final del proceso normal de crecimiento biológico, como cualquier animal, sería muy curioso que no se asemejara lo más mínimo a ninguna otra bestia. resulta así que el hombre, en su estado natural, parece elevarse por encima de la naturaleza en mayor grado que si le considerásemos un ser sobrenatural.
Pero he empezado esta historia en la caverna, como la caverna de las especulaciones de Platón, porque ilustra particularmente el error en que se fundan las introducciones y prefacios puramente evolucionistas. No hay que empezar diciendo que todo era lento y sin discontinuidades y una mera cuestión de desarrollo y de grado, pues en las pruebas evidentes de las pinturas no existe ningún rastro de desarrollo o graduación. Las pinturas no fueron comenzadas por monos y terminadas por el hombre. El Pitecántropo no hizo un pobre esbozo del reno que luego rectificaría el Homo Sapiens. Los animales mejor dotados no dibujan cada vez mejores retratos, ni el perro pintó mejor en su período de apogeo que en su temprana y ruda etapa de chacal. El caballo salvaje no fue un impresionista y el caballo de carreras un post-impresionista....En otra palabras, toda verdadera historia de la humanidad debería comenzar con el hombre en cuanto tal, considerado en su absoluta independencia y singularidad respecto a todo lo demás y una prueba excelente de la independencia y misteriosa singularidad que lo rodea es el impulso artístico. Esta criatura era verdaderamente diferente de todas las demás porque era creador además de criatura. El ejemplo de la cueva nos muestra que de una forma u otra algo nuevo había aparecido en la noche cavernosa de la naturaleza, una inteligencia que es como un espejo, pues es realmente un elemento capaz de reflexión....el espejo es la única cosa que puede contener a todas las demás.....la verdad más sencilla acerca del hombre es la de que es un ser muy extraño, sin abundar en detalles, presenta una apariencia externa mucho más propia de alguien que trae costumbres extrañas de otras tierras que la de alguien que se haya criado en éstas..........................................Resulta antinatural considerar al hombre como el resultado final de un proceso natural. No tiene razón de ser considerar al hombre como vulgar objeto de paisaje. No es precisamente lo correcto verle como animal. No es una actitud sensata...El hombre es el microcosmos, es la medida de todas las cosas, es la imagen de Dios. Éstas son las únicas lecciones auténticas que se han de extraer de la cueva.

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