jueves, 14 de agosto de 2008

La corrupción política.4ª Evaluación.

Estos textos están sacados de un libro: "La corrupción política", obra de un conjunto de destacados especialistas y coordinado por Fancisco J. Laporta y Silvina Álvarez.
Con ellos vamos a estudiar un fenómeno que debe ser objeto de interés y atención por parte de los estudiantes del funcionamiento de los sistemas democráticos y sus instituciones. Aunque el libro estudia la corrupción política desde varios ángulos, en este comentario,vamos a incidir sólo en dos:
-Corrupción, ética y democracia.
-La corrupción en la democracia.
Veamos el primer texto: Corrupción, ética y democracia.
"El concepto general de corrupción política diría así: la corrupción política es toda transgresión de normas dentro de un determinado orden social....determinadas normas, principios y valores que se consideran importantes para la existencia y mantenimiento de un orden social justo y razonable y, en consecuencia, digno de ser vivido....
Inicialmente la corrupción política puede ser entendida como violación de normas jurídicas y también morales....Es evidente que la corrupción que aquí se trata se refiere a la vida política y, sobre todo, se especifica por los sujetos-protagonistas de su producción. Se entiende la vida política como vida pública, esto es, lugares, sedes e instituciones en los que están comprometidos intereses públicos o generales.
Pero parece que la indignación social puede ir más allá de la estricta vida política. La corrupción de un Rector de la Universidad también se puede entender como corrupción política.
El concepto de corrupción política implica también aspectos cuantitativos, pues, lo que la corrupción manifiesta es una tendencia a la generalización, una patología que amenaza con extenderse por todo el tejido social.
Desde una perspectiva cognitiva, la corrupción se caracteriza por ser transgresiones que tienen una dosis alta de clandestinidad, de ocultismo, de falta de pruebas.
Saber si hay más o menos corrupción ahora que antes es difícil, por la falta de estadísticas y estudios, pero sí que podemos afirmar que la sensibilidad democrática es, pues, una de las motivaciones más fuertes que han servido para alertar sobre la corrupción política.
En los Estados Democráticos de Derecho toda política está sometida necesariamente a una moral mínima, socialmente aceptada, que es el derecho. La moralidad básica de la política es, en definitiva, el principio de legalidad, que vale para todos y también para los políticos. Recordemos el art. 9.1 de nuestra Constitución. Evidentemente, la corrupción en este sentido es delincuencia. Ahora bien, salvo casos excepcionales de desintegración social, los políticos no suelen ser en este sentido corruptos.
Sin embargo, se puede partir de un supuesto razonable: no todo los que debe hacerse está recogido por el derecho..... Hasta el mismo Tomás de Aquino decía que la ley humana no prohibe todos los vicios de los cuales se abstienen los virtuosos sino sólo los más graves.
En principio, parece que la opinión pública, la ciudadanía, exige que los políticos sean no solamente legales, sino también morales.
¿Cuáles son esas normas morales que pueden llevar, en caso de ser incumplidas, a la llamada corrupción política, y no a una simple inmoralidad?
Pues, lo que esta moralización parece exigir a los políticos, por la vía de la crítica pública, es que sintonicen más con valores e ideales sociales mayoritarios, que no han sido recogidos por las normas jurídicas, pero que sirven a una mayor eficacia del ordenamiento jurídico y para crear unas condiciones más favorables de la convivencia política: debieran cumplir las promesas electorales, no debieran asignarse salarios y dietas desproporcionados, no debieran utilizar los fondos públicos para gastos lujosos y suntuarios, no debieran favorecer a compañeros de partido, a amigos y parientes para cubrir cargos de libre designación.........
En esta afirmación anterior podemos atisbar la respuesta a esta pregunta. ¿Por qué hay corrupción política?
La corrupción política nace fundamentalmente de las carencias e insuficiencias de la moral cívica y pública que necesita toda sociedad política si quiere sobrevivir. Las sociedades no sobreviven sólo por la existencia de un tejido jurídico-normativo. Necesitan también del tejido moral-normativo en el ámbito político y entre todas las gentes, desde los políticos hasta los estudiantes de bachillerato. Una sociedad dominada por el lujo, el dinero, el placer.......puede resultar perniciosa. Ignacio Ramonet escribía recientemente, en un lúcido artículo titulado Los nuevos dueños del mundo, que entre las personas que más influyen en el mundo ya no se encuentra ningún jefe de gobierno o de Estado. Hoy manda una nueva especie: los señores del dinero.
De todos modos, no podemos engañarnos: la corrupción política es un grave mal social. La gravedad nace de la importancia de la ejemplificación que tienen los comportamientos de los políticos.......El daño que han hecho los corruptos de la política no ha sido todavía calibrado en sus verdaderas dimensiones.......la corrupción política está promoviendo una crisis de legitimidad en el Estado social y democrático de Derecho......Las gentes se quejan- y con razón- de los políticos, pero terminan quejándose del Estado a quienes esos políticos dicen representar.
Deberían controlarse jurídicamente más las muchas potestades discrecionales de los políticos. Las estrictas decisiones políticas se pueden tomar a veces secretamente, se pueden no motivar públicamente y no sufren el control de tribunales y sanciones específicas. La responsabilidad política ( no la responsabilidad penal) suele quedar reducida al ámbito de las censuras parlamentarias, de las críticas mediáticas y, en última instancia, al veredicto de las urnas.
Como nos hemos alargado en el texto, dejaremos para otro comentario La corrupción en la democracia

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